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VertebralMariona Gumpert

Itziar Ituño, otro enfoque

Lástima que con artistas y autores de derechas el mundo de la «Cultura» no aplique la misma fórmula

Voy a hablar de Itziar Ituño, que no lo ha hecho nadie todavía y a mí me gusta ser original. Fuera de bromas, lo importante ya ha sido acertadamente señalado por compañeros de esta sección, a quienes aplaudo. Añadiré algunos puntos de vista que me parecen pertinentes.

Primero. El problema no es Ituño, ya sabemos que idiotas hay en todas las familias y pueblos. No dejemos que los árboles nos impidan ver el bosque. El problema es un microcosmos social y político que se ha gestado durante décadas, con el beneplácito de los distintos gobiernos nacionales. Quizá lo de ceder las competencias en educación y comunicación a las comunidades autónomas no fue buena idea. Nos indignamos con Ituño, cuando el que agitaba el árbol (Bildu) sube en las encuestas y quien recogía los frutos (PNV) ha tenido largos periodos de gobierno en vascongadas. Y lo que te rondaré, morena. Vemos a Ituño llorar por presos alejados de sus familias, nos enfadamos, pero ¿qué haremos cuando sean liberados? Porque es el próximo movimiento del gobierno, están las elecciones autonómicas vascas encima. Vayamos por palomitas y observemos cómo los partidos del RH- forcejean por apuntarse el tanto de cara a sus votantes.

Segundo. El mundo de la «Cultura» por fin ha puesto sobre la mesa un debate interesante: ¿se puede cancelar a profesionales por sus ideas políticas? Lástima que no se hayan decidido hasta hoy a decir que hay que respetar, y que haya sido con Ituño. Lástima que con artistas y autores de derechas no hayan aplicado ni apliquen la misma fórmula. Pero, sobre todo, lástima que no hayan aprovechado sus grandes dotes artísticas para ver y denunciar quién lo tenía y lo tiene de verdad crudo por sus ideas políticas en el País Vasco.

Tercero. Qué absolutamente mal se denuncia el caso Ituño en redes sociales y en los bares. Sobre la rescisión de su contrato con BMW lo que más he oído es la salida fácil del «Ituño es libre de opinar lo que quiera, y BMW es libre de romper su contrato con ella.» Algunos han hilado más fino: el trabajo de la actriz consiste en ser la imagen de la compañía, así que se comprende que ésta haya querido prescindir de I.I. Estas afirmaciones no llevan a ningún sitio, puesto que se pueden volver contra quien las enuncia. De hecho, llevamos años viendo este tipo de cosas. Pregúntenle a cualquier trabajador de la industria del cine o de la música, esos que son libres de expresar sus opiniones políticas no progresistas y el resto de sus compañeros son libres de no contratarlos.

Sacar únicamente el comodín de la libertad no resuelve nada, en todo caso lo agrava. La libertad es una condición de posibilidad ineludible de una sociedad civilizada, pero precisa de más factores en juego. El más importante consiste en no olvidar que hay ideas más acertadas que otras. A nadie le suena razonable la afirmación «Yo soy libre de pensar que matar bebés es positivo, y tú eres libre de pensar que lo acertado es cuidarlos como se merecen. Cada uno que haga lo que le parezca bien» No. Rotundamente no. Menos todavía cuando el pluralismo desaparece a la hora de respetar las ideas de la no izquierda. Pero lo importante es lo siguiente: la libertad ejecuta, por lo tanto puede ser mal empleada si el que la disfruta tiene ideas

despreciables. Y a las ideas se las defiende con argumentos, argumentos buenos y sólidos. Tengamos la sabiduría de meditarlos bien, y la valentía de exponerlos abiertamente.