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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Nos sorprendes, querida Yolanda

Increíble que una trabajadora tan incansable abogue por la reducción de la jornada laboral

Si hay una cualidad que adorna a la actual ministra de Trabajo es lo mucho que trabaja. ¿No se lo creen? Pues es así. Apuñalar a un montón de camaradas durante lustros para trepar hasta el olimpo político supone un enorme esfuerzo estajanovista.

El trepismo es muy cansado. Y ahí Yolanda lo ha dado todo. Imagínense sus fatigas metiéndosela doblada al viejo pope nacionalista Beiras después de haberse aprovechado de él a saco. O sus titánicos esfuerzos de adulación, lisonja y rampante pelotilleo a los hacendados de Galapagar, a los que masajeó con tanto arte que Pablo Manuel, demostrando una visión política tipo topo, la nombró digitalmente su heredera.

Una vez entronizada al frente de Podemos, la infatigable Yolanda siguió trabajando con denuedo en su enésima traición: crear un nuevo partido a la mayor gloria de sus blondas mechas y su comunismo pop, purgando de manera implacable a Irene María, la mujer de Pablo Manuel, el líder carismático que la había colocado a puro dedazo en la cima del politburó morado.

Semejante carrusel de facazos supone una tarea extenuante. También resulta bastante fatigoso bajar a las playas de Galicia a hacer un poco el ridi, cedazo en mano, en busca de pélets y ataviada en plan picnic de campo y playa. O hacer un bolo snob tras otro con Sumar, acudiendo incluso a manifestaciones cuando estás gobernando, porque vienen las gallegas y las europeas y pintan bastos. O viajar en taxi a llevar a tu hija al cole (como asegura hacer nuestra Yolanda cada día). O irte de tiendas en cuanto te queda una hora libre, pues suponemos que el inagotable ropero no florecerá por generación espontánea en los armarios. O grabar vídeos tipo TikTok para alimentar las redes con nuevas ocurrencias frikis para «la Gente». O pasarse el día ideando fórmulas para tocarles un poco más las meninges a los pérfidos empresarios. O practicar la manipulación semántica más laboriosa para camuflar los datos reales del paro. O ir al teatro… pero solo para ver una obra que pone a parir al viejo Fraga (que en paz descanse y que hizo por Galicia y por España infinitamente más que tú).

En resumen: no para de trabajar nuestra vicepresidenta por el bienestar de todas y todos. Por eso cunde la perplejidad ante su nueva propuesta: reducir la jornada laboral. Yolanda nos propone un milagro (laico, por supuesto). Vamos a trabajar menos y cobrar lo mismo. Pero el volumen de producción y los costes empresariales no se resentirán, porque milagrosamente la productividad de los españoles, que va en moto hacia abajo con este Gobierno, se disparará como nunca gracias a rascar más la barriga. Impresionante y apasionante.

Me gusta el socialismo sanchista-yolandista. En educación, estudiar menos. En el campo laboral, trabajar menos. Y en el campo fiscal, estacazo a los que se atrevan a esforzarse para prosperar y ganar más. Sabido es que la historia de la humanidad demuestra que todos los países que han avanzado lo han hecho a costa de estudiar poco y trabajar lo mínimo posible.

Resulta chocante que Yolanda propugne la reducción de jornada. Y es que con 37,5 horas semanales, que en breve serán 35, a ella no le da ni para media traición, o medio pelotilleo al líder supremo (y más si quiere encontrar un ratito para bajar a recoger esos pélets que han convertido las playas de Galicia en una nueva Fukushima plagada de peces mutantes). Dado que se trata de una dirigente que destaca por su sentido común, su talante analítico y su aversión a la demagogia, la ministra Díaz tal vez debería replantearse su interesante propuesta.

(Y disculpen que me la tome ya un poco de coña. Pero no encuentro material en esta egregia dirigente como para componer un artículo mucho más serio. Aunque el auténtico bromazo es el hecho de que nos estén gobernando).