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Cosas que pasanAlfonso Ussía

A Suiza

Este hombre, Wagensberg Ramón, ha sufrido un ataque de ansiedad –él sabrá el motivo– cuando ha sido informado de una posible cita con el juez para que le explique su liderazgo en el golpe de Estado catalán

Es más difícil encontrar a un suizo de izquierdas que a un masai con residencia fija en Laponia. Suiza es un bello país construido alrededor de sus hoteles. La tierra de Guillermo Hotel. Hoteles, bancos y tiendas de chocolate, que no es precisamente un producto típico de los Alpes. Y muchísimo dinero. Ahí lo tienen escondido e invertido las hijas de Chávez, Maduro, el niño de Fidel Castro, y demás luchadores por la libertad de ellos mismos. Dijo Dalton Trumbo, el novelista y director de cine perseguido por el macarthismo, que lo más interesante que puede pasar en un dormitorio suizo es que te sofoque el colchón de plumas. Se le atribuye a Orson Welles una descripción de Suiza que es de Agustín de Foxá: «En Italia, durante los treinta años que reinaron los Borgias, hubo terror, asesinatos y baños de sangre, pero también Miguel Ángel, Leonardo y el Renacimiento. En España, en el reinado de Isabel y Fernando, se expulsó a sangre y fuego a la morería y se descubrió América, y la Poesía mística castellana rozó las nubes de Dios. Y en Francia, y en Inglaterra. En cambio, en Suiza, hay amor fraternal desde hace quinientos años de orden, limpieza y paz. Y ¿qué han inventado? El reloj de cuco». Bueno, tienen a Friedrich Dürrenmatt y al abuelo de Heidi, que se instaló en Baviera a pesar de ser suizo de cuna. Sucede que tanto el abuelo de Heidi como Guillermo Tell no existieron, lo que concede a la Confederación Helvética un censo de héroes muy mejorable. Y Suiza, además del banco de muchos millonarios españoles, es el lugar preferido por los independentistas y golpistas catalanes para escapar de la Justicia. Lo hicieron Marta Rovira y Anna Gabriel, y ahora les ha imitado un parlamentario catalán que diseñó el llamado «Tsunami Democrático», el violento golpe de Estado en Cataluña. Ha huido a Suiza porque se sabe investigado por sus acciones, pero no ha renunciado a su sueldo en el Parlamento catalán, que asciende a más de 7.000 euros mensuales. No trabajan, no representan a sus votantes, y siguen cobrando. El caradura cobarde puede pasar en Suiza como un natural de su zona alemana, con Zurich de Capital. Se llama Ruben Wagensberg –Monte Wagens–, si bien su segundo apellido, Ramón, le delata. Pertenece a la facción más golpista de ERC, y ha escapado a Suiza por «un ataque de ansiedad». Ataque de ansiedad que ha lamentado y comprendido la Chiqui Montoro, y que se alivia con la seguridad de percibir todos los meses el sueldo que le pagamos todos los españoles.

Los izquierdistas españoles jamás han huido, cuando la Justicia les señala, a Estados comunistas. Bélgica, Suiza, el Reino Unido… pero nunca a Cuba, Corea del Norte o Venezuela. Cuando al gran humorista Gila le reclamó su primera mujer el dinero que le debía, fijado por los tribunales, puso la excusa de que se sentía perseguido por el franquismo, y huyó a la Argentina de la dictadura militar, la de Videla y Massera, donde fue tratado divinamente. A Gila, que era un grande en lo suyo, sólo le persiguió el franquismo cuando abandonó su domicilio, y no le hallaban para entregarle la invitación –remunerada– para que actuase en la recepción que Franco celebraba todos los años el 18 de julio en el Palacio Real de La Granja de San Ildefonso. Al fin lo encontraron y Gila actuó haciendo gala de su genialidad. Franco se lo agradeció con estas palabras. «Ha estado usted muy gracioso y es el humorista preferido de mi mujer».

Este hombre, Wagensberg Ramón, ha sufrido un ataque de ansiedad –él sabrá el motivo– cuando ha sido informado de una posible cita con el juez para que le explique su liderazgo en el golpe de Estado catalán. Y se ha marchado a Suiza, donde percibirá por tocarse el bolo siete mil euros mensuales por incumplir sus obligaciones.

La vida en Suiza es más cara que en España. El nivel de vida, quiero decir. Nada me extrañaría que además de los 7.000 euros ingrese algún complemento salarial de dinero ruso. Eso sí, su estancia en Suiza también puede oscurecerse con la obligación de tener que cenar, de cuando en cuando, con Marta Rovira. Eso sí que es duro.

Después de la segunda cena, volverá a España y se entregará a la Justicia, aunque la Justicia no haya dictado aún su orden de detención. Valiente, lo que se dice valiente, Wegensberg Ramón no parece serlo.