Ione Belarra descubre una utilidad a Eurovisión
La izquierda sigue con Moscú aunque hoy se aplique en Rusia un capitalismo salvaje y ha dejado caer a Israel en cuyos kibutz invirtieron tantas hora en 70 los Borrell de este mundo; cuando dicen que quieren lograr una paz de Palestina CON Israel, lo que de verdad buscan es la paz de Palestina SIN Israel
Supongo que a nadie que lea este Horizonte habitualmente le sorprenderá que diga que no veo los programas de entretenimiento en la televisión. Y por entretenimiento entiendo lo que antes se llamaba tertulias, los concursos de variado pelaje y casi todo lo que no sean informativos y películas ahora adaptadas al formato de series. De esto último veo casi todo lo que puedo para ganarme a pulso el insulto de Juan Manuel de Prada que dice que los que vemos series en televisión somos los analfabetos que no leemos literatura. Pues, aunque leo todo lo que puedo, me honro en decir que veo series y las disfruto. En este momento «Las Gotas de Dios» en Apple TV. Una joya sobre enología con la que se me saltan las lágrimas.
Pero no es de eso de lo que quiero hablarles. Gracias a Dios estamos a otra cosa. Televisión Española celebró anoche la final de la tercera edición del Benidorm Fest, heredero del gran Festival de la Canción de Benidorm que puso en órbita en 1959 mi admirado amigo Pedro Zaragoza Orts, alcalde y propulsor de la localidad alicantina entre 1950 y 1967.
Televisión Española decidió retomar ese festival como trampolín de cara al Festival de Eurovisión. Igual que digo que no veo ningún programa de entretenimiento hogaño, me enorgullece mucho decir que la noche del Festival de Eurovisión es una referencia indeleble en la memoria de mi infancia. Mocedades, Sergio y Estíbaliz o Betty Missiego marcaron esos años y me recuerdo con mis hermanos, sentados en el suelo de moqueta azul en el hall de nuestro piso de la calle Castelar de Santander a donde sobre una mesita con ruedas se sacaba la televisión que mis padres tenían en un pequeño cuarto de estar. Era un tiempo en que, en las casas, como mucho, había un aparato de televisión. Si es que lo había.
Anoche se celebró la final de esta edición del Benidorm Fest de la que habrá salido Dios sabe qué representante de España en el Festival de Eurovisión de este año en Malmö, Suecia, del 7 al 11 de mayo. Cuando yo veía esto, se despachaba todo en tres horas de televisión de las que lo más divertido era la votación que nos ayudaba a ensayar los números en inglés y francés. Ahora son cuatro días. A mí no me pillan ni un minuto. Y, además, tengo previsto estar esos días en Berlín concentrado en actividades mucho más interesantes.
Me ha llamado la atención ver a la secretaria general de Podemos, registrando una proposición en el Congreso para que la Cámara proponga la expulsión de Israel de este festival por «su intervención armada en la Franja de Gaza». Y piden promover la ejecución de esa expulsión a RTVE y al propio Napoleonchu, que como no debe tener nada más relevante que hacer, estará encantado de meterse en ese fregado. Lo peor es la justificación que da Belarra: «En 2022 la Unión Europea de Radiodifusión (UER) decidió expulsar a Rusia del certamen después de la invasión de Ucrania». Ésta es la vomitiva hipocresía que caracteriza a la izquierda española. Equipara la respuesta al genocidio de 1.400 seres indefensos con la invasión sin provocación previa de un Estado soberano en Centro Europa. Ucrania y Gaza nos han dado dos lecciones muy relevantes de geopolítica. La izquierda europea sigue con Moscú aunque hoy se aplique en Rusia un capitalismo salvaje y ha dejado caer a Israel, en cuyos kibutz invirtieron tantas hora en las décadas de 1960 y 1970 los Josep Borrell de este mundo; porque cuando dicen que quieren lograr una paz de Palestina CON Israel, lo que de verdad buscan es la paz de Palestina SIN Israel.