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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Los de los Goya y el dinero de tu nómina

¿Tiene sentido seguir costeando con nuestros impuestos a un sector que a la hora de la verdad, con todas sus ínfulas, factura menos que la cooperativa Feiraco?

Ya se acercan, un año más. Lecciones de cejas altas de «progresismo» aplicado para todos, todas y todes. Chistes muy audaces… pero solo para zumbarle a «la derecha y la ultraderecha», porque con Mi Persona, ni una coña, que para eso somos del régimen. Almodóvar soltando alguna pequeña idiotez política. Y de presentadores, una dosis de comunismo camp (Ana Belén) y otra del inevitable mensaje pro homosexual (Los Javis). Modelitos súper chupis, a ser posible epatantes. Paseos por la pasarela dándose pote y gustándose, como si en la alfombra roja de Valladolid estuviésemos viendo desfilar a Marilyn y Marlon Brando reencarnados.

En efecto, hablamos de la plúmbea gala de los premios Goya, que retorna mañana vendiéndose un año más como «la gran fiesta del cine español».

¿Y qué pasa con el cine español? Pues que interesa muy poco a los españoles que nos vemos forzados a costearlo con nuestros impuestos, querámoslo o no, nos guste o no. Este periódico publicaba ayer una reveladora encuesta: el 70,7 % de los lectores reconocían que en el año pasado no habían visto ni una sola película española. Un 20 % había visto una y solo un 3,8 % habían acudido a dos.

¿Cuánto factura el cine español de taquilla? Ochenta millones de recaudación el año pasado. ¿Mucho o poco? Leche Feiraco, que es una cooperativa ganadera del interior de la provincia de La Coruña, suma más: 87 millones. El cine español es un gran tinglado de magros resultados, con muchas películas que reciben más dinero público del que luego consiguen en taquilla.

A mí me gusta que exista un gran cine español. Algunas de sus películas son hitos culturales que perduran en la memoria de nuestro país. Aunque otras que continúan siendo veneradas han envejecido fatal, como las de Berlanga de la serie de la «Escopeta nacional», o los soporíferos filmes con criptomensaje de Saura, o gran parte de la obra de Almodóvar. Pero lo que no me agrada es tener que subvencionarlo. ¿Cine español? Por supuesto, pero compitiendo en el libre mercado, sin flotadores artificiales. Si un director no interesa, si su historia es un truño que deja al público sopa, si los actores que ha elegido no saben ni vocalizar y se les entiende malamente, si encima trufan el bodrio con el inefable «mensaje»; si la cosa es un pestiño que no se sostiene comercialmente, ¿por qué tenemos que sufragarlo con el dinero que el Estado extractivo detrae de nuestras nóminas? El genio ignoto de turno tiene todo su derecho a rodar su película si encuentra financiación privada para ello, faltaría más. Pero no con nuestros impuestos.

Me gustan las pelis de Nolan. He disfrutado con Origen, o con Interstellar. Y sin embargo, el Estado no me ha metido la mano en la cartera para ayudar a costearlas. En cambio he pagado infinidad de peñazos sobre la Guerra Civil –contada siempre desde un lado, o hasta rodados en vascuence normativo– que jamás veré. ¿Por qué tengo que aportar un dinero que me cuesta mucho trabajo ganar para financiar películas que pasan a un olvido inmediato en cuanto acaba la gala goyesca de autobombo?

España es ese país donde nos quejamos de las listas de espera hospitalarias, pero dilapidamos el dinero que no tenemos en traductores en el Parlamento, museos snobs de arte contemporáneo, cuchipandas culturales para que hagan turismo los creadores del régimen, pelis que no se ven, 17 defensores del pueblo, o una televisión pública que ofrece lo mismo que las privadas (e idéntica propaganda del PSOE).

¿Saben cuántos millones dio el Gobierno de España el año pasado en ayudas a un cine español que recaudó 80 millones? Pues 160 millones. El doble de lo que ingresan con sus películas en taquilla. Un disparate. Viven directamente de la teta pública (y de propina todavía se nos ponen estupendos).

Aprovecharé la gala de los Goya para ver alguna buena película. Igual me pongo «Río Bravo», o «Testigo de Cargo», o «Mi tío Jacinto». Pero en lo de Ana Belén y Los Javis mucho me temo que voy a causar baja.