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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

El PSOE ya es un zombi, esa es la noticia

Los socialistas están en caída libre, solo maquilla su descomposición el anormal pacto de Sánchez con un fugitivo para okupar el poder sin ganar los comicios

Estos gallegos están locos, que dirían en los tebeos de Asterix. Aunque Galicia es una especie de Fukushima contaminada por unos pélets terriblemente tóxicos achacables a la Xunta pepera, según nos han alertado el periódico global, la TVE de Xabi Fortes y la tele al rojo vivo. Aunque Feijóo está ahora mismo negociando una amnistía con Junts, según nos han recordado de sol a sol el periódico global, TVE y la tele al rojo vivo. Y aunque la sanidad pública ha sido «desmantelada por la derecha» y Galicia viene a ser como una versión depauperada de Burundi, según la candidata del BNG… resulta que al final el PP ha revalidado una cómoda mayoría absoluta. Qué cosas tan extrañas. Qué excéntricos estos chiflados gallegos que han dado la espalda al proyecto progresista, feminista, ecologista y pro separatista del providencial timonel Sánchez.

El PP conserva su tradicional mayoría absoluta en Galicia, con un desgaste normal tras catorce años consecutivos en el poder. Ese es el gran titular de la jornada, lógicamente. Pero la noticia no está ahí. Ni tampoco en la subida del arqueológico BNG. La noticia de auténtico calado es la debacle del antaño todopoderoso PSOE, que se queda en el chasis tras una campaña en la que asumió el infame papel de utillero del Bloque, un paleontológico partido separatista y que todavía se define como marxista-leninista.

El PSOE es hoy un zombi, un muerto viviente, que solo respira un poco en Cataluña, donde momentáneamente el PSC de Illa ha tomado prestado el voto de lo que fue Ciudadanos, y en Castilla-La Mancha, donde cuentan con un candidato españolista, Pellizquitos Page.

El PSOE actual recuerda a los pueblos Potemkin, aquellas relucientes fachadas de cartón piedra con las que el astuto ministro ruso ocultaba a la emperatriz Catalina la Grande la cruda miseria que latía detrás. Potemkin, por supuesto, es Sánchez, y sus trampantojos son sus televisiones, con las que camufla las miserias de sus siglas. El PSOE perdió las generales del 23-J y conserva el poder solo porque se sometió a lo inaceptable, a rendirse a un delincuente. De no okupado la Moncloa con tan infame alianza, hoy estaría iniciando un proceso de descomposición como el que vivieron en su día sus partidos hermanos de Francia, Italia y Grecia. Lo que delatan estas elecciones es que en realidad ese proceso de caída libre está ya en marcha.

Los gallegos le han prestado un buen servicio a España evitando que el virus separatista calase allí (porque el nacionalismo se inocula desde el poder a golpe de dinero público). La candidata del BNG, que no ha trabajado en su vida fuera de la política y que se presentaba por tercera vez, despreció a su propia tierra presentándola como un horror en su afán de perjudicar al PP. Mi madre, fina politóloga amateur desde la atalaya de sus 88 tacos, me lo resumió así: «Esa chica pone a Galicia como si fuese Cuba y encima pretende arreglarlo haciendo lo que hicieron en Cuba». Así es.

Yolanda Díaz se pega una toña impresionante en su tierra, acreditado lo obvio: que es un globo de gas con mechas y ropero variado, que ha prosperado a fuerza de apuñalar y engañar como pánfilos a los ingenuos hacendados de Galapagar. Vox, aunque este no era su partido, sigue en el diván. Y lo de Democracia Orensana, que logra un escaño, se queda como un toque friki de esos que de cuando en vez dan -mal- color a la política.

Noche fúnebre para el PSOE, que pese a todo el pote que se da Mi Persona empieza a recordar al PSI de Craxi. Lo de querer gobernar España siendo el báculo de los peores enemigos de España no podía tener recorrido. Y no lo tiene.