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Unas líneasEduardo de Rivas

Sánchez pincha la rueda

El PSOE quería una alta participación y la obtuvo, pero del otro lado. Tanto avisar de que llegaban los nacionalistas para cambiar las cosas provocó una revolución en favor del PP

Pedro Sánchez suma este 18 de febrero un nuevo fracaso a su largo historial. El presidente del Gobierno sabía que la empresa que tenía por delante con las elecciones gallegas era más que complicada, pero aún así –ya fuera por ego, por desesperación o porque no le quedaba otra– se volcó con su candidato y acudió fin de semana tras fin de semana a los mítines. A costa del erario público, todo sea dicho, planificando actos institucionales de poca relevancia en la comunidad para así poder viajar en Falcon.

Los gallegos han respondido con un sonoro bofetón a tanto empeño repentino y casual. Es lo que pasa cuando durante años un Gobierno no se preocupa lo más mínimo por una comunidad porque la gestiona el PP, cuando un Gobierno crea una campaña artificial que lo único que causa es daño a los gallegos y cuando un Gobierno considera que hay españoles de primera y españoles de segunda. Si solo preocupa Galicia cuando se convocan las elecciones, los gallegos devuelven tanto cariño con los peores resultados socialistas de su historia.

Sánchez trató de evitar lo inevitable, viendo que el voto útil de la izquierda estaba cayendo de manos del BNG. El hundimiento del PSOE era mayúsculo y fue a más cuando a alguna mente pensante de Moncloa se le ocurrió montar la campaña mediática de los pélets. Tampoco fue casual el ruido de los últimos días en torno a una debacle del PP en favor del bloque de izquierdas. Aunque otros gobernaran, eso sí se podría vender como una victoria en Ferraz, pero la estrategia salió a la inversa.

Se infravaloró el poder de convocatoria del PP para llamar a votar y se consiguió el efecto contrario al que se buscaba. El PSOE quería una alta participación y la obtuvo, pero del otro lado. Tanto avisar de que llegaban los nacionalistas para cambiar las cosas provocó una revolución en favor del PP. Rueda logró 70.000 votos más que Feijóo hace cuatro años y 40 diputados que le permitirán gobernar una vez con mayoría absoluta. Van cinco seguidas del PP y no es casualidad. Mientras unos van a rueda, otros pincharon hace tiempo.