Niños perdidos
Los niños Íñigo Errejón, de 40 añitos de edad, y la niña Yolandita Díaz, que ha cumplido los 52 añitos, han desaparecido y no hay manera de encontrarlos. Se ruega a sus familiares más próximos tengan a bien buscarlos
En los días de aglomeración humana en la playa de Ondarreta, funcionaba un servicio de megafonía para que los padres acudieran a recuperar a los niños perdidos. «El niño Pedro Melindres Rotaeche, que lleva un traje de baño azul, se encuentra sano y salvo en la caseta de niños extraviados a la espera de ser recuperado por sus padres o familiares». En el mes de agosto, se perdían en Ondarreta más niños por metro cuadrado de arena que en el resto de las playas del litoral cantábrico. En alguna ocasión, los responsables del benéfico servicio de recogida de niños, se permitían la libertad de opinar del aspecto físico de los infantes extraviados. «La niña Dolores Domecq Muguiro, de diez años de edad y más alta de lo habitual con esas primaveras, se halla depositada en la caseta de niños extraviados. Se ruega a sus papás, que según ella responden al nombre de Carlos y Dolores, que acudan prestos a recogerla». Perderse en una playa es habitual. Unos niños quieren ir a las rocas en busca de cangrejos y quisquillas, otros prefieren bañarse y saltar olas, algunos se pierden persiguiendo al vendedor de barquillos, y otros en los chiringuitos que despachan toda suerte de refrescos. Pero que dos niños, un niño y una niña, con sobrada edad de haber jugado a los médicos, de 40 y 52 años respectivamente, se pierdan en Santiago de Compostela, manda narices. No existe en la bellísima localidad compostelana ninguna caseta especializada en acoger niños perdidos. Y se perdieron en la noche del pasado domingo, 18 de febrero, y no han sido hallados ni por sus padres ni sus familiares y amigos más íntimos. No se dio el aviso, como en las playas. «Los niños Íñigo Errejón, de 40 añitos de edad, y la niña Yolandita Díaz, que ha cumplido los 52 añitos, han desaparecido y no hay manera de encontrarlos. Se ruega a sus familiares más próximos tengan a bien buscarlos, y en caso negativo, denunciar su desaparición en un cuartel de la Guardia Civil o Comisaría de Policía». Pero no había servicio de megafonía y nadie sabe de su actual paradero. El único consuelo, agarrándonos al último clavo de la esperanza, es que han desaparecido agarrados de la mano, y según los pocos ciudadanos que los reconocieron y vieron, con dirección a Madrid.
El niño, Iñiguito, de 40 añitos de edad, vestía con una chupa azul y pantalones vaqueros, y la niña, Yolandita, de 52 años, con un vestido «evasé» de color indefinido –entre el blanco, el hueso y el beige–, de la marca Christian Dior, y un abrigo de cashmere de Prada. Los dos niños, según los testigos, sollozaban con amargura y se consolaban mutuamente, detalle que se debe valorar en estos tiempos tan ásperos y en los que los niños se comportan en ocasiones, con tanta extravagancia como rareza.
Por otra parte, tanto el niño como la niña, por causa del resfriado, lloraban con evidentes signos de afonía. Según los familiares, que han sido avisados de la desaparición de los pequeños, el niño es natural de Madrid y la niña de Fene –La Coruña–, y que ambos, uno y otra, son muy queridos en sus respectivos lugares de nacimiento por su simpatía, su gracia natural, su avispada inteligencia y su distinguido aspecto físico. En el momento de escribir el presente texto, continúan desaparecidos.
Esos dos niños pueden haberse cobijado en alguna casa rural, pero también, es posible que la modestia de su capacidad económica les haya impedido encontrar un refugio, o tomar un caldo caliente y reparador. Durante la noche del día de la desaparición, llovió en Galicia, y para colmo, no se descarta un encuentro nocturno con lobos y jabalíes. No puedo ni pensarlo.
En ocasiones, el oficio de escribir se convierte en una tortura. Y agradezco a El Debate que me haya permitido dar la voz de alarma con el fin de recuperarlos sanos y salvos. Insisto en su descripción. Iñiguito, de 40 años, espigado, boca pequeña, algunos granos en la frente y simpatía arrolladora. Y Yolandita, 52 años, rubia de bote y nariz excesiva para su edad. Quien tenga noticias de ellos, por favor, les ruego me lo hagan saber porque llevo dos noches sin poder conciliar el sueño.
Oro por ellos.