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HorizonteRamón Pérez-Maura

«Yoli 0»

Sumar es, en términos de fuerza política, una vacuidad total. Si con la propia Yolanda Díaz entregándose a hacer campaña en su tierra natal apenas superan el 1 por ciento de los votos, la perspectiva que tienen en otras tierras es patética

Lo ha dicho Esperanza Aguirre en unos términos que no se nos permite emplear a los hombres, so pena de ser acusados de machistas. «Yoli 0». Así de simple es el resumen del periplo de la vicepresidente del Gobierno por las elecciones autonómicas de su tierra natal. Y a nadie mínimamente informado le puede sorprender. Tampoco es la primera vez que ella cosecha un cero en su tierra. Ya en 2005 ella misma fue candidata de Esquerda Unida a la Presidencia de la Xunta y logró un 0,8 por ciento de los votos con los que obtuvo, lógicamente, 0 escaños. Repitió hazaña en las elecciones de 2009 donde logró otros 0 escaños. Así que cambió de estrategia y en las elecciones de 2012 Esquerda Unida formó coalición con Anova-Irmandade Nacionalista, Espazo Ecosocialista Galego y Equo-Galicia, constituyendo una lista única a la que rebautizaron como Alternativa Galega de Esquerda, que logró 9 diputados y ocupó la viceportavocía del grupo en el Parlamento de Galicia. La mayor parte de esa década se la pasó en la política gallega en puestos muy secundarios y rompiendo con los diferentes jefes que ha tenido. Hasta que finalmente abandonó Esquerda Unida, pero nunca ha dejado el Partido Comunista. Es muy difícil renunciar a lo que llevamos en las venas.

En estas elecciones Díaz ha cosechado un 4 por ciento de los sufragios en dos localidades en las que la conocen muy bien: su Fene natal y Ferrol, la ciudad en cuyo ayuntamiento tuvo su primera responsabilidad política. ¿Cómo es posible que una mujer con un perfil así sea hoy la vicepresidente segunda del Gobierno del Reino de España? Su caso es verdaderamente singular. Como se ha visto en estas elecciones gallegas Sumar es, en términos de fuerza política, una vacuidad total. Si con la propia Yolanda Díaz entregándose a hacer campaña en su tierra natal apenas superan el 1 por ciento de los votos, la perspectiva que tienen en otras tierras es patética. De ahí su desesperación por lograr acuerdos con los «Compromis» de toda España porque, sin ellos, mustio collado.

La razón de la vacuidad de Sumar es fácil de justificar. Los partidos políticos surgen en la calle. Las circunstancias crean movimientos que la mayoría de las veces se traducen en potencial respaldo electoral. Algunas veces –pocas– cuajan en partidos que acaban arraigando. En España, desde 1975 hemos tenido muchos ejemplos de partidos que no arraigaron. El más notorio fue la Unión de Centro Democrático que ganó las primeras elecciones de 1977. Era un partido hecho desde el poder en torno a la figura carismática de Adolfo Suárez. En las elecciones de 1982 quedó reducido, más o menos, a lo que hoy es el PSdeG. Ya no hubo recuperación posible. Su espacio lo ocupó Alianza Popular donde acabaron la mayor parte de los cuadros de la UCD que siguieron en la vida pública. Desde el poder se intentó crear el Partido Reformista Democrático que murió en el parto; casos distintos fueron los de Unión Progreso y Democracia o Ciudadanos, que sí fueron fuerzas políticas surgidas desde las bases, no desde los despachos. Desde las bases también ha surgido Vox, pero todavía está por demostrarse su consolidación. En términos electorales estos tres partidos han tenido éxitos desiguales, pero todavía colean algunos cargos electos en sus filas. El mayor éxito en los últimos tiempos en términos de alcanzar poder por parte de una formación política surgida en la calle sin duda ha sido el de Podemos, que pasó de llenar la Puerta del Sol a lograr 45 escaños y eventualmente la vicepresidencia del Gobierno y cuatro ministerios. No glosaremos aquí los errores de Pablo Iglesias, que son infinitos. Casi tantos como sus maldades. Sin duda el primero de la última etapa fue dejar su cargo de vicepresidente a Yolanda Diaz. Varios antiguos colegas o socios de coalición de ella podrían explicarle sus habilidades para traicionar a sus aliados. Empezando por José Manuel Beiras.

Ahora Yolanda Díaz se enfrenta a la dura realidad: Sumar es un partido surgido en los despachos, no en la calle. Se ha creado desde el Palacio de la Moncloa a base de juntar diferentes siglas preexistentes. Los partidos con un origen así suelen durar lo que dura la estancia en el poder de sus promotores. El general Franco forzó la disolución de Falange Española de la Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista en el Movimiento Nacional, el partido omnímodo durante décadas. Se lo llevó el viento pese a la notable implantación que llegó a tener. Al paso que vemos, al Sumar de Yoli, que a la hora de escribir este artículo lleva tres días callada como un muerto, se lo va a llevar la suave brisa del ocaso.