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Post-itJorge Sanz Casillas

El derecho a votar a Vox

El PP debería dejar de buscar socialistas presuntamente moderados. Primero, porque no los hay. Y segundo porque los que quedan necesitan media pelotilla de plástico para volver al redil

Existe la creencia entre los analistas políticos de que, allí donde Vox es débil, el socialismo cae en la irrelevancia. Y ponen como ejemplo Galicia e incluso Madrid, casos recientes de dos territorios donde gobierna el PP con mayoría absoluta... y el PSOE es tercera fuerza. Detrás de esa reflexión demoscópica, que podemos considerar correcta, existe sin embargo una pulsión un tanto antidemocrática y antiestética: y es que tres millones de personas dejen de votar a un partido porque sí, por las circunstancias, alegando la hora tan crítica que atraviesa España (y que también es cierta).

Sin embargo, votar a Vox es tan legítimo como abstenerse, incluso cuando su efecto sobre el resultado sea el mismo: cero escaños. Lo que el Partido Popular y los pedagogos del voto útil no pueden pretender es que les vuelvan a apoyar por pragmatismo (no dividir el voto) en vez de por convencimiento (porque creen en su modelo de país). El PP, por decirlo brevemente, no ha hecho nada especial para seducir a quienes dejaron de apoyarle hace al menos cinco años. Mantiene prácticamente el mismo ideario en materia de fiscalidad, gasto político, eutanasia o aborto, y espera que la masa les vuelva a votar como cuando la única alternativa en frente era José Luis Rodríguez Zapatero.

El PP gobierna con Vox en varias regiones y con ejecutivos homologables a cualquier otro. Acertarán o se equivocarán, naturalmente, pero en ningún caso se ha producido la involución en derechos que presagiaba el tenebrismo mediático. Soy de Castilla y León, mi familia y mis amigos viven allí. No me consta que se persiga a las mujeres ni a los homosexuales. Siguen incluso a la cabeza del Informe PISA, cosa que no ocurre por ejemplo en la gloriosa Cataluña, que está más cerca del califato que de la república. Solo en Barcelona –supimos esta semana– se registran cada día tres denuncias por agresión sexual. Y nadie mira allí por las mujeres: todos callados como puertas. Puestos a hablar de machismo, tenemos la ley del 'solo sí es sí', que ha mejorado la situación procesal de Dani Alves. Puestos a hablar de homofobia, está Dolores Delgado, que llamaba «maricón» a Marlaska en presencia de Villarejo.

Ahora que a Pedro Sánchez se le está moviendo el suelo, ahora que solo la ley evita un adelanto electoral, si el PP quiere llegar a las próximas elecciones con más garantías que el pasado 23 de julio debería dejar de buscar socialistas presuntamente moderados. Primero, porque no los hay. Y segundo porque los que quedan necesitan media pelotilla de plástico para volver al redil socialista.