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LiberalidadesJuan Carlos Girauta

Ábalos no regenta el Rick’s Café

Ábalos ha lanzado este mensaje a la vicepresidenta Montero, la del «yo sé lo que haría»: «Quienes presionan para que dimita llevan a sus espaldas hechos más graves»

Actualizada 01:30

«¿Con qué derecho me cierra usted el local?» –pregunta Rick, el personaje encarnado por Humphrey Bogart. «¡Qué escándalo, que escándalo, he descubierto que aquí se juega!» –responde el corrupto Renault. La expresión de Claude Rains al soltarle esa frase a quien sabe que sabe, a quien conoce mejor que nadie la hipocresía y venalidad de su interlocutor, ilustra a la perfección el caso Sánchez, antes caso Ábalos, antes caso Koldo, antes nada, silencio y latrocinio.

Como en la escena de Casablanca, es presumible el pacto tácito que a Rick le propone el poder, simbolizado en el uniforme de gendarme, en sus órdenes de desalojo. De ese modo, las risibles alharacas de la vicepresidenta, la portavoz socialista y la ejecutiva federal –subsumibles en la decisión de Sánchez de sacrificar a su viejo amigo– cobran otra luz. En un partido de jefe indiscutido, que además avanza en la construcción de una autocracia que tiene entre sus fines impedir la alternancia, nadie le tose a un amigo del líder sin que este haya dado antes la orden de toser.

Se espera de Ábalos que sobreentienda, como Bogart. Que dé por buena la escenificación y asuma el control de daños socialista, demostrando su proverbial lealtad. Le dicen sin decirlo que acepte el teatrillo. El perjudicado debe ser lo bastante sutil para adivinar una protección gradual: si se puede dejar lo penal en Koldo Ali-Babá y sus veinte, mejor; si no, al final del tortuoso camino le espera el indulto. Cómo no te voy a indultar a ti, mon semblable, mon frère, si he indultado a aquellos patanes. Eso debe sobreentender Ábalos.

Mala suerte para el autócrata, porque este gravísmo riesgo de despeño, de caerse el PSOE con todo el artesonado, que diría Mota, solo lo salvaría la conjunción de dos hechos altamente improbables: que Ábalos lea entre líneas tan hostiles, y que esté dispuesto a quemarse a lo bonzo. Lo que se le viene encima a Sánchez y a su equipo, en gran parte salpicado por las compras obligatorias a la empresa pantalla de Koldo, es una escena alternativa en el Rick’s Café Américain. Una en la que Bogart no sobreentiende nada, no se calla ni se aleja de Renault:

—¿Con qué derecho me cierra usted el local?

—¡Qué escándalo, qué escándalo, he descubierto que aquí se juega!

—¿A quién quieres engañar, cabronazo? ¡Pero si tú, que eres quien manda, has callado siempre como un muerto! ¡Si hasta las trampas en el juego ilegal las hemos hecho con tu conocimiento! ¿Por qué hiciste la vista gorda? ¿Me tomas por idiota?

El personaje de Bogart jamás reaccionaría así. Ábalos, por el contrario, ha lanzado este mensaje a la vicepresidenta Montero, la del «yo sé lo que haría»: «Quienes presionan para que dimita llevan a sus espaldas hechos más graves». Imposible no recordar que Montero fue consejera de los gobiernos andaluces de los ERE. El que fuera mano derecha de Sánchez, tanto como para encargarse de la moción de censura que le dio el poder, no lleva bien lo del chivo expiatorio. Y esa es una gran noticia.

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