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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Gran Jefe Pato Cojo

Le queda su barniz altivo y se enrocará hasta el 2027, sin duda, pero es un mandatario de cartón piedra, como ha mostrado el desplante de su amigo Ábalos

Desde hace unas semanas, cuando cae la noche y va mermando el ruido del tráfico en las autovías cercanas, en los jardines de la Moncloa se escucha un extraño graznido, una suerte de «cuac, cuac» que intriga a los viandantes. Los más avezados ornitólogos creen que se trata de la voz de un palmípedo herido. Apuntan que podría tratarse de un pato cojo.

En la política estadounidense reciben la denominación de «lame duck», pato cojo, los presidentes que ya no pinchan ni cortan, usualmente por estar de salida. Conservan todo el ornato del poder, su pompa y circunstancia. Pero en la práctica política son pesos pluma.

¿Tenemos como inquilino de la Moncloa a un pato cojo? Se acumulan los indicios de que probablemente sí. El personaje conserva su pátina altiva, pero tiene más boquetes que la defensa del Almería. Veamos:

-Tras dilapidar en el 28-M casi todo el poder autonómico de su partido, Gran Jefe Pato Cojo perdió las elecciones generales y ahora acaba de ser vapuleado en las gallegas. Es un candidato sin pegada electoral, cabeza de un partido que acelera hacia la senda de la irrelevancia tras haber aceptado el rol de báculo de los separatistas.

-Tras okupar el poder en 2018 por la puerta trasera esgrimiendo la bandera de la regeneración, el pato cojo chapotea ahora en un grave caso de corrupción que enloda a su partido. El asunto es tan grosero que ni siquiera ha podido ser camuflado por el escudo de sus televisiones de guardia.

-La autoridad de Gran Jefe Pato Cojo ha quedado por los suelos con el inesperado desplante de Ábalos. Pato Cojo había ordenado a su viejo amigo, el fontanero con el que diseñó el asalto al poder, que renunciase a su acta de diputado. Pero Ábalos le ha salido rana y lo ha mandado públicamente a hacer gárgaras. Amén de deslizar amenazas veladas sobre la trastienda oscura del PSOE («tengo muchas respuestas»).

-Gran Jefe Pato Cojo le debe su poltrona al capricho de un prófugo de la justicia, de estabilidad psíquica debatible y que consciente de la debilidad de su rehén le exige rescates cada vez más altos.

-El pato cojo está metido en un embrollo legal monumental para intentar mantener su puesto mediante una ley de amnistía inconstitucional, que no tiene más razón de ser que salvar sus plumas.

-El pato cojo, que se ha pasado un lustro presumiendo de que había «desinflamado» y «desjudicializado» Cataluña, tiene ya encarrilada en el Parlamento catalán una nueva iniciativa para declarar unilateralmente la independencia. Gran Jefe Pato Cojo hace el avestruz, actúa como si ese desafío no existiese. Pero ya está ahí, y con el agravante de que esta vez los separatistas lo tendrán mucho más fácil, pues pato cojo ha sido tan imprudente que se ha cargado los delitos de sedición y malversación y ha hecho ver ante el mundo que dar golpes de Estado sediciosos en España es tan solo un jovial pasatiempo político que debe ser amnistiado.

Gran Jefe Pato Cojo va a seguir atornillado al cargo hasta 2027, no lo dudamos, porque le da todo igual menos su ombligo narcisista. Pero es un pato laqueado, con un margen de maniobra cada vez más limitado.

(Postdata: No estuvo listo Ábalos yéndose al grupo mixto. Lo tenía mucho más fácil. Le bastaba con ponerse un lacito amarillo en la solapa, declararse independentista de toda la vida y quemar un par de contenedores en la Diagonal de Barcelona. Amnistiado y pelillos a la mar. Así está España por cortesía del PSOE).