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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Gran Jefe «Pato Cojo»

El Gran Jefe Pato Cojo ha pasado de cortar y pinchar a cortarse y pincharse de manera inclemente, y esa exposición de males autopropiciados le ha situado en lo más alto del escalafón de gafes

Hoy se celebra el cumpleaños del Gran Jefe Pato Cojo, según ha dictado el talento de Luis Ventoso. Nos recuerda Ventoso que así son denominados en los Estados Unidos –«lame duck»–, los presidentes que ya ni pinchan ni cortan. Me figuro que se refiere a los expresidentes, si bien el actual en activo es un pato cojo de considerable perniquebrada. Se podría aplicar al dibujo –no recuerdo si de Forges o Chumy Chúmez– que tanto me hizo reír hace años. Dos soldados de la Caballería, amparados tras una roca, comentan el ataque de los pieles rojas. Los dos están perforados de flechas y sangran caudalosamente. Uno de ellos tiene la nariz atravesada de un flechazo, y es el primero en hablar. «Morgan, para mí que son los apaches del Gran Jefe 'Pato Cojo'»; y Morgan responde: «Te equivocas, Mac Callum, son los comanches del gran jefe 'Águila Gris'», a lo que Morgan sentencia: «Pues no sabes el peso que me quitas de encima». Si los americanos hubieran conocido los balnearios de los años cuarenta del pasado siglo, llamarían a los patos cojos «cuchillos de balneario», de acuerdo a uno de los aforismos encadenados más sobresalientes de Enrique Jardiel Poncela. «¿Qué es una rueda? La que se pincha; ¿qué es la leche? La que se corta. ¿Qué es un cuchillo para la carne en un balneario? El que ni pincha ni corta».

El Gran Jefe Pato Cojo nació un 29 de febrero, año bisiesto. Los años bisiestos son rechazados por los supersticiosos. Cuando tocaba año bisiesto, «Manolito el Puyas», picador retirado, se metía en la cama el uno de enero, y no la abandonaba hasta el 31 de diciembre del mismo año. No todos los nacidos un 29 de febrero son gafes, pero el Gran Jefe Pato Cojo lo es en su máximo nivel, gafe sotanillo con agravamiento de manzanoide. El sotanillo es el gafe que procura el mal ajeno pero no el propio, en tanto que el manzanoide es un gafe –como dicen los cursis–, más solidario. Con los años, el sotanillo degenera en manzanoide y se convierte en un peligro para sí mismo. Y ya ha dado el salto. El Gran Jefe Pato Cojo ha pasado de cortar y pinchar a cortarse y pincharse de manera inclemente, y esa exposición de males autopropiciados le ha situado en lo más alto del escalafón de gafes. Un Gran Jefe que ni pincha ni corta, y cojea en los andares, origina murmullos de burla cuando deambula entre sus guerreros, y es causa de simuladas risitas al pasar entre las mujeres de la tribu y los niños que se bañan en el río porque aún no tienen edad para combatir contra los «casacas azules». Puede seguir siendo el Gran Jefe, pero los guerreros de la tribu procuran no hacerle caso.

Uno de sus más fieles guerreros, el que conoce todos los secretos del Gran Jefe Pato Cojo, el que sabe dónde guarda lo que la tribu ignora, el conocido guerrero «Pitilín Insaciable», que a su vez tenía como protector a «Oso Desmesurado», se ha sentido exigido para que abandone el Gran Consejo de la tribu por asuntos que el propio Gran Jefe Pato Cojo, conoce a la perfección. Y «Pitilín Insaciable» le ha hecho frente, y se ha marchado con «Oso Desmesurado» a la tribu mixta, donde conviven los guerreros sin futuro, si bien mantienen en perfecto estado de uso toda suerte de arcos, flechas y «tomahawks». En la tribu del Gran Jefe Pato Cojo ha cundido el temor y el desánimo, porque se figuran el nivel de conocimiento y la buena memoria de «Pitilín Insaciable», muy capaz de soltarse la húmeda si se considera atacado por sus antiguos compañeros de fechorías.

Y el Gran Jefe Pato Cojo, que es osado, pero no tonto, sabe que esto no ha hecho más que empezar.