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Al bate y sin guanteZoé Valdés

Jamás mercenaria

El castrismo hizo de la bandera cubana con su estrella solitaria una bandera mercenaria, lo que no sólo es imperdonable, es una de las más crueles afrentas que le han infringido a nuestro país

Un joven cubano fue capturado por las tropas ucranianas, su nombre es Frank Darío, se encontraba como mercenario en la guerra entre Rusia y Ucrania, como soldado del lado ruso; forma parte de centenares de jóvenes cubanos que han sido enrolados por el ejército ruso a través del régimen comunista de Cuba, y engañados por esa tiranía.

En la entrevista, que pueden ver aquí ( https://zoepost.com/interrogatorio-a-frank-dario-mercenario-cubano-capturado-en-ucrania/ ), Darío confiesa que su contrato no se refería a participación alguna como soldado en la guerra, sino como trabajador de la construcción en la supuesta reconstrucción de las ciudades ucranianas que Rusia iría apropiándose. Sin embargo, en verdad su captura se produjo mientras combatía como un mercenario más del castrismo en una tierra invadida por los soldados del oligarca Vladimir Putin, a quien yo llamo Polonio Putin.

No es la primera vez que el castrismo envía jóvenes como carne de cañón a guerras que nada tienen que ver con la consciencia de esa isla. Recuerden la guerra en Nicaragua, las guerras en África; no olviden Granada, a donde también fueron enviados montones de jóvenes como supuestos constructores de un aeropuerto. Cuando la invasión se produjo varios de ellos dejaron sus vidas en lo que serían las futuras pistas de aterrizaje y despegue. Pero lo único que despegó de aquel lugar extraño para ellos fueron sus almas, hacia al cielo, o al infierno.

Es muy triste observar a este joven atemorizado, con ese lenguaje mediocre que apenas se le entiende, lo que se nota en la dificultad del traductor para apreciar el significado de lo que habla, mientras nervioso se rasca continuamente la cabeza, creyendo que por afirmar que había sido llevado hasta allí mediante el embuste, le irán a creer. Nadie puede creer ya a un mercenario del castro-putinismo. Y, la culpa es la culpa, pónganla como la pongan, lo último entonces que le quedaría a este joven es asumir el coraje frente a su propia culpa, y encarar la mentira a la que fue sometido o ante la que se rindió sin miramientos, quien sabe si hasta la muerte. Ucrania ha dejado bien claro que mercenario que sea capturado, sea del país que sea, será castigado con la pena máxima en tiempo de guerra.

Terrible sufrimiento para las madres que ya han perdido hijos en una guerra que nada tiene que ver con los cubanos; dolor atroz perder frutos de sus entrañas en una causa que nada tiene que ver con la libertad de Cuba, por la que tendrían que haber luchado, en su país, y por los suyos. El dolor sofoca cualquier idea de compromiso.

Veía el interrogatorio del ruso al mercenario, y no podía dejar de pensar en el hermoso poema Mi bandera, de Bonifacio Byrne (Matanzas, 1861-1936), poeta y patriota cubano:

(…) ¿No la veis? Mi bandera es aquélla
que no ha sido jamás mercenaria,
y en la cual resplandece una estrella
con más luz, cuanto más solitaria. (…)

El castrismo hizo de la bandera cubana con su estrella solitaria una bandera mercenaria, lo que no sólo es imperdonable, es una de las más crueles afrentas que le han infringido a nuestro país. Si Vladimir Putin convirtió a los rusos en los nazis del siglo XXI, los Castro y sus secuaces convirtieron a los cubanos en los mercenarios de entre dos siglos durante estos sesenta y cinco años de tiranía comunista.

En estrofas siguientes, que no son las más conocidas de este hermoso poema, su autor retrató lo que fueron los cubanos antes del Año del Error, antes de 1959:

(…) En los campos que hoy son un osario
vio a los bravos batiéndose juntos,
y ella ha sido el honroso sudario
de los pobres guerreros difuntos.

Orgullosa lució en la pelea,
sin pueril y romántico alarde:
¡al cubano que en ella no crea
se le debe azotar por cobarde!

Qué tristeza todo un pueblo azotado por su cobardía, por su obediencia, por arrodillarse y rendirse como mercenario. Qué lástima que no podamos pensar con la misma entereza con la que los imaginaron los poetas de antaño, en los guerreros difuntos que nos deparará el porvenir.

En cuanto a pedir por la rendición de Ucrania, no se me ocurre nada más detestable. Y no saben cuánto lo siento. Sólo me queda rezar por el alma de ese mercenario, que mintiendo o no, es un ser humano atrapado en las trampas del egoísmo, de la maldad, y del poder; valga la redundancia. Que Dios proteja su alma, que Dios salve a los cubanos de esta guerra. Pero por encima de todo, que Dios le ofrezca la victoria a Ucrania y a Israel. Que Dios proteja a Occidente.