La Despechá
Ataviada de luto y con las comisuras de los labios curvadas hacia abajo, Yoli de Fene sufría el desdén del gran castigador
El Gobierno de «progreso» se ha pasado al psicodrama. No se había visto tal voltaje emocional en el Congreso desde que Iglesias Turrión, tras abandonar los arrumacos de Tania por los de Irene, relegó a la borrada de su corazón a un escaño del gallinero (medio tapado por una columna, para más señas).
Vamos con la memorable escena de esta semana:
Ataviada de luto severo y con sus mechas de peluquería cara recogidas esta vez en un moño, Yoli de Fene, muy circunspecta, aguardaba compuesta en su escaño la llegada de Mi Persona al hemiciclo. Irrumpió por fin el gran castigador, secundando por Marisu de Triana, su leal y verborreica escudera. Ambos saludaron con sonrisas efusivas a Pachi, el siempre limitado y entrañable Pericles del Bocho, que se sienta justo detrás del banco azul. Pero desdeñaron olímpicamente a Yoli de Fene (a partir de ahora, La Despechá). Ni una mirada, ni una palabra. De la cúpula del Ejecutivo solo emanaba un frío devastador hacia la socia comunista-pop.
Ay, qué dolor. Cómo sufría La Despechá ante desdén que le dedicaban el Darth Vader de la Moncloa y la galena sevillana que está llevando a la UCI a la Hacienda pública. Tomó entonces la palabra Mi Persona. Comenzó a tronar desabrido contra los corruptísimos Ayuso y Feijóo, recurriendo incluso al espectro del narco Dorado. Marisu se quemaba las manos aplaudiendo entusiasmada al jefe, mientras su cabeza atestada de rulos basculaba en gesto asertivo, con una cadencia que recordaba a aquellos perritos-muñeco que antaño llevaban algunos coches en su bandeja trasera. Sin embargo -ay-, La Despechá, con la mirada ida en el techo del hemiciclo y una faz inmensamente afligida, se limitaba a un batir de palmas lento, cicatero, en piloto automático. El habitual culto a Xi Sanchín se había esfumado.
Más tarde tomó la palabra la propia Marisu. La trianera se revolvía fogosa con uno de sus discursos tan pasionales como ininteligibles, que tanto recuerdan al «Cómo me las maravillaría yo» de Lola Flores. Pero La Despechá permanecía indiferente a su vera. Toda la bancada gubernamental aplaudía la briosa faena de Marisu contra los bribones de «la derecha y la ultraderecha»; excepto Yoli de Fene, La Despechá, que explicitaba su agravio buscándose pelusillas con los dedos en la pechera de su chaqueta azabache.
Yoli de Fene ha trepado empalmando una traición con la siguiente. Ha clavado su daga de curare por la espalda al viejo nacionalista Beiras, a Izquiera Unida y a los propios hacendados de Galapagar, engañados como pipiolos por su sonriente pelotilleo. Si Mi Persona se la hubiese pegado en el 23-J y hubiese perdido el poder, el próximo paso en su cuento de la lechera estaba claro: el PSOE se diluiría y ella emergería como cabeza de un flamante nuevo frente de izquierdas, tal vez con el madurista Zapatero como padrino.
Pero Mi Persona se encamó con Puchi con toda la jeta del mundo y continuó. Luego vinieron las elecciones gallegas, donde Sumar, como siempre, no sumó. Y ahora ha llegado el descontrol en la sucursal catalana, los Comunes, que pasándose por el arco del triunfo las consignas de Yoli de Fene han tumbado los presupuestos catalanes y forzado elecciones autonómicas, lo cual no convenía a Mi Persona, que está que trina con La Despechá.
Ay, qué dolor. Mi Persona sufriendo por las aventuras de Bego y sus lobismos aéreos. Yoli de Fene mostrándose ante el mundo como lo que en realidad es: una política tramposilla y de segunda, disfrazada tras un manto de cursilería «social» y risas postizas. Marisu, que se nos ha quedado compuesta y sin Presupuestos. Ábalos, allá en el gallinero del Grupo Mixto, preguntándose si no acabará con sus huesos en esa hospedería estatal que se llama como su segundo apellido (Meco). Bolaños, que va viendo que la amnistía a pesar de todo no va a colar. Marlaska, más quemado que las brasas de un Foster Hollywood y chamuscado también por las mascarillas. Y Margarita, haciendo como que no los conoce de nada, pero aceptando encantada todas las tropelías del equipo.
(Continuará hasta 2027. Ay qué dolor).