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Al bate y sin guanteZoé Valdés

Aritmética

¿Creen que después del golpe de Estado que acaban de perpetrar no exigirán más, y no irán a mayor desparpajo?

Más más más, es siempre más, y por ahí va el descenso de España, más hacia el abismo desde hace cinco años; en los últimos tiempos a una aterradora velocidad. Tiene que ver con el comunismo, y el Gobierno de España es comunista, ciento por ciento. Nadie miente más que los comunistas, no hay un sólo segundo que este Gobierno deje de mentir. Mienten como respiran, y la respiración les ha mutado en sofoco. Mentir y cambiar de opinión para ellos es lo mismo, según sus puntos de invidencia.

«La aritmética no miente», afirmaba aquella profesora de matemáticas de cuarto grado, que no olvidaré nunca, la señorita Carmen Albariño, que parecía que daba clases con una arcada contenida al tener que insertar un programa comunista para las aritméticas en el colegio rebautizado con un pomposo nombre: Escuela Primaria República Democrática de Viet-Nam. Sí, en Cuba los niños cubanos debimos mutar en vietnamitas y teníamos a un tío agregado a la familia, el Tío Ho, por Ho Chi Minh. Además, en cada matutino exigíamos por obligación la liberación de Ángela Davis, una terrorista de los Black Panther, que en la actualidad no lo es, pero no deja de impartir conferencias acerca de la época en que lo fue, y según cuentan cobra sumas increíbles.

Pero volvamos al fenómeno… Dejaron de ser ciudadanos para ser partidistas. No viven en un país, habitan un partido. De ahí que el país se haya difuminado y hundido. Aunque el país siga siendo su fondo de comercio. Sólo unos pocos resisten. Formar parte de ese grupo, engrandece, aunque marque con una cicatriz. La cicatriz de la que debemos estar orgullosos.

Mientras más indignidades suman más multiplican el anhelo de fragmentar la tierra, de federarla con cortes de destripadores. Lo último será esa cabeza coronada que tanto desean ver caer en el oprobio. El poder está repleto de criminales, lo saben, pero hacen como que miran hacia otro lado.

No obstante, la aritmética no miente, nunca. Mientras más ignorantes, más mentirosos, más tramposos, más corruptos, mayor será la debacle. Y más resistiremos, aunque doblegados por hambre.

En Cuba también el líder era joven, algunos hasta quisieron verlo apuesto, bello, con una hermosa cabeza griega –decían– a lo Fidias, pese a los dientes cariados y su gordura de mal vividos 33 años debido a una sospechosa pasividad, por cobardía. Pero no hay nada más verdadero que la vejez, los jóvenes estúpidos de ayer devinieron los viejos estúpidos de hoy. De esa confirmación nadie se salva.

Volvamos a España, ¿creen que después del golpe de Estado que acaban de perpetrar no exigirán más, y no irán a mayor desparpajo? Pues claro que reclamarán e impondrán más, como los delincuentes que son, amparados por el vampirismo social-comunista que enfrentan siempre al único sistema que ha probado que funciona casi a cabalidad: el capitalismo. Más y más, en este caso más trampas, más engaños, más horror. Horrores que te helarán la sangre, ¿no, ultrasupermegatraidor?

«La aritmética tiene su cosa, hay que meterle taller», esta vez era mi abuela la que opinaba mientras yo hacía las tareas escolares arrinconada en un lunetario de un cine habanero de mala muerte, donde debía dormir porque aquella «revolución de los humildes y para los humildes» –Fidel Castro dixit– nunca supo ni pudo sostener un edificio con un montón de vigas, mucho menos restaurarlo, ni mantenerlo en pie con una cierta decencia; adelantándose en el autorretrato que hoy mejor la define: el derrumbe interminable.

Pedro Sánchez reclamará más, sólo por continuar agarrado al poder. Y si mañana tiene que renegar de su mujer, renegará de quien sea, lo hará sin ningún escrúpulo; él mismo lo ha dicho: «Caiga quien caiga». Y no más proclamarlo se lo han aplaudido, ¿quiénes? Los corderos del rebaño. Los miserables de toda la vida, los traidores, los que se reflejan en él como en un espejo oscuro y cóncavo: la mediocridad y el cretinismo guían al 'popolo'. Si es que siempre y al final también y sobre todo se trata del 'popolo' que lo eligió. La democracia está muerta en España, su asesino tiene un nombre: PSOE Sánchez. Duele un poco más, porque preveíamos que acontecería esa suma perniciosa que conduce al hombre gris y sin historia a pisotear los valores de una nación.