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LiberalidadesJuan Carlos Girauta

Sánchez el mago y su ayudante Puente

Solo junto a compañeros más camorristas que él, como Óscar Puente, puede forzarse la percepción de un Sánchez ligeramente moderado… para lo que podría ser el PSOE

Como varios de sus antecesores socialistas, Sánchez ha venido a romper la convivencia para impedir la alternancia. Es decir, para borrar la democracia liberal, a la que debemos casi medio siglo de paz y prosperidad. Su antecesor más próximo en la empresa de demoliciones es Zapatero, hoy lobista del narcosocialismo y antes impulsor del Estatut de la discordia, azuzador de crispaciones gabilondinas, experto en abrir heridas históricas cicatrizadas, valedor de la ETA y su entorno cuando pudo derrotarlos sin más. Y antes principal difusor de la gran mentira sobre nuestra participación en la guerra de Irak, chapoteador mayor del chapapote y beneficiario político de los atentados del 11-M. Los daños infligidos a España por «mi príncipe» (Delcy la Maletas dixit) son incalculables, pero ya fueron analizados en su día. Entre los antecedentes remotos de Sánchez, destacan Largo Caballero por lo tosco y lo extremista, Indalecio Prieto por lo falsario y lo venal, y Negrín por lo traidor y lo falto de escrúpulos.

Solo junto a compañeros más camorristas que él, como Óscar Puente, puede forzarse la percepción de un Sánchez ligeramente moderado… para lo que podría ser el PSOE. Bah, trucos de ilusionista. Otras pistas conectan a Sánchez con la magia. Quizá la principal sea su inquebrantable fe en los hechizos, fórmulas mágicas, sintagmas que alterarían la realidad con solo ser pronunciados; que nos atarían a la voluntad del mago. La palabra inglesa para cautivado o fascinado, spellbound (literalmente, atado por un hechizo), es expresiva e iluminadora. Que nadie le cuente al autócrata cómo acaba el hipnotizador del relato de Thomas Mann Mario y el mago. No se lo deseo, ojo. Pero humillar al prójimo por sistema es peligroso. En cuanto a cautivar con formulitas, no otra cosa hace la Agenda 2030: de algún modo, la idiocia irremediable o la candidez extrema lleva a menudo a las masas a creer que las bellas palabras no pueden esconder planes siniestros. Otra forma de dominio mental la intentó el déspota cuando nos tuvo encerrados: dirigió y practicó la sugestión colectiva a lo Uri Geller por televisión. Recordarán ustedes aquellos días, cuando una autoridad uniformada reconoció estar persiguiendo en la red las críticas al Gobierno.

En la simplicísima modalidad de la ilusión por contraste hallaremos la razón por la que Óscar López ocupa lugar tan destacado en la provocación, elemento imprescindible para romper la convivencia. Entregado al «todo por el partido», y gracias a su disposición a hacer literalmente cualquier cosa, el tipo ha llegado a entrarle a Savater en términos tan lamentables que prefiero no reproducirlos. Constatado lo cual, me extraña que todavía haya quien se pregunte por qué el autócrata inauguró la presente legislatura confiriendo la máxima visibilidad a ese político de grueso gordo, brocha gorda y sal gorda. ¡Pues precisamente por eso! A ver si pillamos de una vez la calaña del marido artista de Begoña Globalia Gómez. Por cierto, descartada la Conflictiva Oficina de Intereses Espurios, ¿qué tal una querella por cohecho?