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Post-itJorge Sanz Casillas

«Más peligroso Abascal que Puigdemont»

Salvador Illa es el paradigma del socialista moderno: carece de experiencia profesional lejos de la cosa pública y es mucho más favorable al crimen que al adversario ideológico

Dicen quienes entienden de campañas electorales que en las semanas previas a unas elecciones hay mucho más que perder que ganar. Definen estos días como un «campo de minas», en los que resulta mucho más útil no meter la pata que ponerse creativo. También hay quien opina, con motivo de las catalanas del 12 de mayo, que a Salvador Illa se le va a hacer muy larga la campaña a pesar de lo bien que le colocan las encuestas.

La última aparición del exministro no le va a quitar un solo voto, creo, pero da buena medida de las tesis y el capital humano que maneja el menguante partido socialista. En una entrevista en el diario The Times, Salvador Illa asegura que Santiago Abascal representa «una amenaza mayor» que Carles Puigdemont. Es decir, que entre un prófugo de la Justicia y una persona sin antecedentes penales, mucho mejor el prófugo, dónde va a parar.

Salvador Illa es el paradigma del socialista moderno: va justito de formación, no tiene experiencia profesional lejos de la cosa pública y es mucho más favorable al crimen (Puigdemont) que al adversario ideológico (Abascal). El filósofo comenzó a cotizar como concejal en su pueblo al poco de cumplir los 21, se afilió más tarde al PSC y desde ahí ha saltado de cargo en cargo, como aquellas ardillas que, antaño, dicen, podían cruzar la península de árbol en árbol sin tocar el suelo. Entre sus 'grandes éxitos' figura una gestión de la pandemia que evidenció no ya sus carencias formativas –que también–, sino nuestro modelo de país, un federalismo extraño que permitió a Koldo y compañía tocar a la puerta de aquellas comunidades gobernadas por el puño y la rosa para venderles porquería.

Desconozco qué entiende Salvador Illa por «amenaza», pero comprendo las cautelas del exministro hacia Vox desde el momento en que lo tienen denunciado ante el Supremo por la compra de mascarillas por valor de 623 millones de euros, muchas de las cuales no servían ni como servilleta de chiringuito. El PSOE lo hizo tan mal durante la covid (titubeo inicial, cerrojazo ilegal y dejación final) que no me extraña esa empatía para con los delincuentes y tanto rechazo a quienes, dentro de su libertad y los cauces que la ley les otorga, piden conocer qué se hizo con nuestro dinero mientras la gente moría a paladas.