El referendo está en camino
Lo cierto es que se acumulan las pruebas de que Sánchez ha dejado de hacer nada por impedir el proceso independentista en Cataluña –y, si llega el caso, en Vasconia
No me cansaré nunca de repetirlo. El sanchismo miente, los independentistas no. Perè Aragonés dijo ayer que va a las elecciones (autonómicas, eso no lo dijo él, pero lo aclaro yo) a convocar un referendo por la independencia. Y a mí no me cabe la menor duda de que dice la verdad. Tampoco era un secreto. En la entrevista que publicamos en El Debate el 16 de marzo con José María Aznar él anunció que el siguiente paso era el referendo. Harán lo imposible por celebrar esa consulta por cuya convocatoria ilegal han sido perdonados los que ya la perpetraron en 2017. Un acto por el que no solo no han manifestado el más mínimo arrepentimiento que pudiera justificar ese perdón, sino que han proclamado voluntad de reiteración. Y, entonces salen Bolaños el otro día y Pilar Alegría ayer a decirnos que no hay que creerles porque están en campaña electoral. Es una lástima que Bolaños no nos dijera lo mismo en julio de 2023, cuando en campaña electoral Sánchez decía que no iba a conceder una amnistía. Si Bolaños y Alegría hubieran usado exactamente el mismo argumento entonces, Sánchez no sería presidente hoy. O sí. Para qué nos vamos a engañar.
Lo cierto es que se acumulan las pruebas de que Sánchez ha dejado de hacer nada por impedir el proceso independentista en Cataluña –y, si llega el caso, en Vasconia. Que un presidente que sigue plenamente en sus funciones constitucionales al frente de la Generalidad anuncie que va a convocar un referendo para proclamar la independencia y el Gobierno de la nación, que tiene en el artículo 2 de la carta magna el mandato constitucional de preservar la unidad de la patria, se limite a minimizar la noticia diciendo que es verborrea electoral demuestra como bien proclama el dicho castellano que cree el ladrón que todos son de su condición. El sanchismo miente sin pudor y a todas horas. El independentismo tiene una perversa afición a intentar hacer cumplir lo que promete que va a hacer. Y en eso hay que reconocer que son como Trump, que en 2016 hizo unas promesas que todo el mundo creía que eran verborrea electoral y después fue llevando a cabo una tras otra.
Aragonés ha descubierto que violar la ley no ha tenido más consecuencia para Puigdemont que pasarse un lustro en una casa en Waterloo recibiendo todo tipo de visitas –incluidas las grandes escenificaciones de mi admirado Albert Boadella– y pasando un poco de frío cuando salía a pasear. Por cierto, es comprensible que Puigdemont no quiera volver al Parlamento Europeo ni como alternativa de refugio si no es elegido presidente de la Generalidad. Con el tiempo ha descubierto allí que su causa es recibida con mínima simpatía. Tres frikis y poco más.
Sánchez ha rendido a España ante los independentistas catalanes y ha traicionado a los catalanes que son y quieren seguir siendo españoles, porque a él todo eso le da exactamente igual. Él sólo quiere mantener su sillón. Sé que ya lo je dicho muchas veces, pero nunca son suficientes.