Puigdemont, camino del martirio
Fue maravillosa la declaración ayer del prófugo de que volverá a España para la investidura, pero que si no es investido abandonará la política
Hay que reconocer que parece mucho más interesante el horizonte electoral en Cataluña que en Vascongadas. En estas últimas elecciones, que son las primeras de las tres que tendremos en siete semanas, es incierto quién va a ganar, pero, para mí, son seguras dos cosas. La primera es que el vencedor en la práctica va a ser ETA aunque no sea el más votado. Pero, aunque quedase en segundo lugar en un empate técnico con el PNV, la victoria moral sería suya. Y si quedan en primer lugar en número de votos o de escaños la gran victoria de ETA se habrá consumado al convertirse en el primer partido de la región por alguno de esos parámetros, además de sostener al PSOE para que pueda gobernar en España, en Navarra y detentar Bildu la Alcaldía de Pamplona. Éste es el resultado de los Gobiernos de Rodríguez Zapatero y Sánchez: plena legitimación y blanqueamiento de los asesinos de ETA.
Eso sí, sea cual sea el resultado de las elecciones del 21 de abril, allí va a seguir gobernando el PNV con el respaldo del PSOE por la simple razón de que, si los socialistas formaran una coalición con EH Bildu, se podrían encontrar a la primera de cambio con que el PNV apoyaría una moción de censura del PP y Vox. Mayor traición fue la que hizo el PNV a Rajoy. Y para ellos no puede haber mayor puñalada que la que les propinaría el PSOE si les saca de Ajuria Enea.
Todavía más revueltas bajan las aguas en Cataluña. Alejandro Fernández, el candidato popular, dice que no dará su apoyo a Illa porque para eso el socialista tendría que romper con los nacionalistas en el parlamento catalán y en las Cortes Generales. Y una de esas dos es absolutamente imposible. En Cataluña sería perfectamente aceptable si la aritmética parlamentaria lo hiciera viable –que no será el caso. Pero en Madrid no hay la más mínima posibilidad porque la única opción para que Sánchez continuase en el poder sería que lo sostuviese el PP. Y para ese viaje no hacían falta alforjas. La única razón de ser del PSOE hoy es que Sánchez siga en el poder.
Fue maravillosa la declaración ayer del prófugo Puigdemont de que volverá a España para la investidura, pero que si no es investido abandonará la política. Hay que reconocer que la política catalana nos ofrece novedades infrecuentes en cualquier democracia. Así que el mártir de Waterloo, ubicado ya junto a la frontera, marcha hacia el sacrificio final por su causa y abandonará la política si no gana. En teoría es un modelo político perfecto. Es lo más habitual en la política norteamericana, donde el derrotado se va a su casa. Pero esos candidatos no hacen lo que ha perpetrado aquí Puigdemont con sus jaleadores. La candidatura de Junts en estas elecciones se llamará «Junts+ Puigdemont per Catalunya» y su símbolo será ahora un dibujo del rostro del prófugo. Hombre, con el limitado interés que parece tener él por seguir luchando por «la libertad de Cataluña», incrustar su nombre en medio del de su partido parecería más propio de un populista visionario. O quizá sea que eso es exactamente lo que es Puigdemont..