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HorizonteRamón Pérez-Maura

El «¡zasca!» a Sánchez por Palestina

Nadie discute que ese reconocimiento puede tener lugar en algún momento, pero no cuando no hay interlocutores válidos. ¿A quién se va a reconocer como gobernante en Gaza si se han rebelado hace veinte años contra la Autoridad Nacional Palestina que gobernaba desde Cisjordania? ¿Qué fronteras reconocería el Reino de España al nuevo Estado?

No sé cuánto tiempo lleva el término «zasca» en el Diccionario de la Real Academia Española. Hoy en día lo está y la generación de mis hijos lo emplea habitualmente y es a ellos a quien se lo he escuchado por primera vez. En el debate de ayer en las Cortes lo que más me sorprendió y alegró fue la respuesta de Núñez Feijóo a Sánchez en las materias de Gaza y de Marruecos.

En lo que se refiere a Marruecos, asunto que tantas cuestiones genera en la opinión pública, como bien señaló el presidente del PP, Sánchez lo despachó con una línea. Así respeta el presidente del Gobierno la opinión pública. Pero más relevante fue que Feijóo superó las diferencias que se pretenden buscar entre José María Aznar y él en el reconocimiento de Palestina como un Estado soberano. Lo que dice Feijóo es que ese reconocimiento puede ocurrir, pero no ahora en las condiciones actuales, que es cuando Sánchez pretende resolver en un mes un conflicto que lleva activo ocho décadas. Ayer me decía un diplomático español que la intención del presidente es que España reconozca al Estado palestino el próximo 15 de mayo, al amparo de San Isidro. Nadie discute que ese reconocimiento puede tener lugar en algún momento, pero no cuando no hay interlocutores válidos. ¿A quién se va a reconocer como gobernante en Gaza si se han rebelado hace veinte años contra la Autoridad Nacional Palestina que gobernaba desde Cisjordania? ¿Qué fronteras reconocería el Reino de España al nuevo Estado? Es un puro disparate, y como bien afirmó Feijóo una constante contradicción: «Es usted coherente en algo. Su política internacional es igual a la nacional: bandazo tras bandazo y cada vez es más difícil fiarse de usted. Escucharle por momentos ha sido como escuchar a Gandhi, aunque él fue coherente. Usted ha pasado de querer disolver el ministerio de Defensa a ser el presidente que más quiere invertir en ello». Y estas contradicciones son fruto de lo que mueve toda su política dentro y fuera de España. «Le pido que deje de sacrificar los intereses de España por asuntos personales que mantiene clasificados. Es verdaderamente preocupante pensar que podría haber cambiado la política con Marruecos por lo que tiene en sus móviles y que protege usted a Maduro por lo que su vicepresidenta trajo en las maletas»

Este asunto tiene nervioso a Sánchez porque es una apuesta arriesgada. Una gira para buscar apoyo por países europeos de un peso intermedio no es garantía de ningún éxito en el objetivo que se ha marcado. Y con toda probabilidad es una apuesta por quedar más señalados de lo que ya lo estamos. Eso sí, en su ataque honró el nombre de mi buen amigo Hermann Tertsch al espetar a Santiago Abascal que «Tertsch le acompañó a usted a Israel y allí le dio todo su apoyo al Gobierno israelí. Comprensión por los más de 33.000 muertos en Gaza, señor Abascal». Sánchez, como tantos otros a sus órdenes, compran la desinformación que difunde Hamas cifrando en 33.000 los muertos en Gaza como podrían haber dicho 330.000. Nadie puede cotejarlo. Y qué más da. Los muertos en Gaza sólo son para Sánchez una cortina para que no se hable de Begoña.