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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Arte y empresa

Un hermano empresario y un hermano artista de proyección internacional. Tan importante y fundamental son los Sánchez, que el presidente del Gobierno de España y su mujer, les han permitido vivir en el palacio de La Moncloa

En toda familia que se precie de serlo, se desea tener un gran empresario y un gran artista. En la familia del actor Pepe Viyuela carecen de empresarios, pero cuentan con un artista excepcional que ha interpretado en el cine a Filemón. Cuando veo (y van…) «Centauros del Desierto» y analizo el papel de Ethan Edwards que interpreta John Wayne, su trabajo se me antoja correcto. Pero le falta la gracia y la elasticidad de Pepe Viyuela. La tragedia de John Ford no es otra que su desconocimiento del nuevo Cine español, el subvencionado. De poder elegir y coincidir en el tiempo, el personaje de Ethan se lo habría encomendado a Pepe Viyuela, el extraordinario actor podemita. Ni Wayne, ni Gary Cooper, ni Robert Mitchum, ni Gregory Peck, ni James Stewart, tenían el suficiente carácter y maestría sobre el caballo para inmortalizar a Ethan, perseguir al Jefe Cicatriz y rescatar a su sobrina. Pero Pepe Viyuela no había nacido, o de haberlo hecho, era muy niño para asumir ese papel. Tampoco coincidió con «Casablanca», y Michael Curtiz se tuvo que conformar con encomendarle el papel de Rick a Humphrey Bogart, un actor del montón y sin personalidad comparado con nuestro formidable Pepe Viyuela, de quien dijo Ingrid Bergman: –Admiro mucho a Pepe Viyuela, si bien debo reconocer que ahora mismo ignoro a qué se dedica–. Una tonta.

Pero más completa es la familia Sánchez. Un hermano empresario y un hermano artista de proyección internacional. El mayor de ellos, además, casado con una emprendedora de muy difícil superación. Tan importante y fundamental son los Sánchez, que el presidente del Gobierno de España y su mujer, les han permitido vivir en el palacio de La Moncloa. Todas las noches, el presidente y su esposa se reúnen con sus perennes invitados, el empresario Sánchez y su santa, la señora Gómez, y éstos les explican cómo y cuándo se puede hacer dinero para ahorrar y no tener que vivir de la jubilación. Llevan juntos, los cuatro, cinco años de armonía y esfuerzos, y parece que los negocios les van la mar de bien.

Y para colmo de la felicidad, el otro hermano, David Azagra, es el heredero directo de Herbert von Karajan, Director inolvidado de la Filarmónica de Berlín, también Director eventual de la Filarmónica de Viena, aunque falleciera con anterioridad a cumplir su sueño artístico. Dirigir a la Orquesta Sinfónica de Badajoz, la orquesta que, bajo su dirección, ha conseguido ser estimada y valorada como una de las mejores del mundo.

Tan es así, que en el mundillo filarmónico se asegura que, en 2026, el Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena en la Sala Dorada de la Musikverein vienesa, será la Sinfónica de Badajoz la encargada de interpretar las partituras de la familia Strauss, en homenaje a su director, David Azagra, nombre artístico del hermano del presidente del Gobierno. Porque el profesor Azagra, el maestro Azagra, no sólo es el director de la Sinfónica de Badajoz, sino el Coordinador de Conservatorios de Música del área de Cultura de la Diputación de Badajoz, donde existen tantos conservatorios que se precisa de un coordinador de prestigio, y miembro del Patronato de Teatro Real de Madrid, gracias a la excesiva sensibilidad musical de su presidente, don Gregorio Marañón Beltrán de Lis, eximio promotor musical, siempre independiente y ajeno a las exigencias del poder político.

Marañón no se casa con nadie, sea dicho con una frase hecha.

El maestro Azagra, que vive a caballo entre Elvas –Portugal–, y San Petersburgo –Rusia–, de cuando en cuando ocupa un modesto inmueble en Badajoz, sito entre los numerosos conservatorios de la capital pacense, y está a un paso de percibir 400.000 euros procedentes de los impuestos de los españoles –él tributa, según parece, en Portugal–, para montar dos Óperas. La última que estrenó no salió bien. Recibió del ministerio de Cultura 135.000 euros, y la recaudación apenas superó los 2.000. No obstante, don Gregorio Marañón es optimista, admira su trayectoria, y no descarta que se estrene en un futuro una de sus Óperas en el Teatro Real de Madrid. Lógica respuesta a una carrera extraordinaria, gracias a la cual, ahorrativo él, atesora un patrimonio de más de dos millones de euros, muy poco comparado con la estela artística que va dejando allá por donde pasa.

Hay familias con suerte. Arte y empresa.