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HorizonteRamón Pérez-Maura

El blanqueamiento perfecto de los asesinos

A la vista de cómo han sido los últimos seis años, lo único que puede frenar a Bildu es que no haya en el Gobierno de la nación un partido que rinda cualquier posición que los veteranos terroristas asedien

Bildu ganó las elecciones en el País Vasco. No fue la fuerza que obtuvo más escaños. Pero, huelga decirlo, su subida espectacular la convierte en un referente inevitable. Con toda lógica se va a repetir el Gobierno de coalición de PNV y PSOE. Sánchez sabe que no tiene alternativa a la hora de buscar aliado allí y eso no es por razones éticas o morales sobre la trayectoria de Bildu y ETA. Sánchez sabe que tiene que formar esa coalición con el PNV porque si se desmarca ellos y forma gobierno con Bildu, los nacionalistas son capaces de echarlo y poner a Núñez Feijóo en el Gobierno. Incluso votando con vox. Bromas, las justas.

Es interesante ver el cambio porcentual en los partidos que ya tenían representación y repitieron ayer. Al 99 por ciento del recuento, la comparación con las elecciones de 2020 el PNV perdía 3,83 puntos; EH Bildu ganaba 4,6; el PSOE ganaba 0,57; el PP sumaba 2,45 y Vox crecía un modesto 0,08.

La gran cuestión ahora es cuál es el futuro al que va Vasconia con Bildu en la posición en la que se encuentra. Bildu ha llegado hasta esta cima en su respaldo electoral con el PNV y el PSOE en el Gobierno. Con la repetición de esa coalición ¿Hay alguna razón para pensar que Bildu no va a seguir creciendo? A la vista de cómo han sido los últimos seis años, lo único que puede frenar a Bildu es que no haya en el Gobierno de la nación un partido que rinda cualquier posición que los veteranos terroristas asedien.

El independentismo ha logrado casi el 70 por ciento del voto emitido. Por poner un punto de comparación a partir del cual todo ha sido ir para atrás, en las elecciones de 2001, el nacionalismo –entonces no hablaban de independentismo– logró el 58,42 por ciento de los votos, mientras el constitucionalismo del PP de Mayor Oreja y el PSOE de Nicolás Redondo Terreros sumó el 41,02. Con esos porcentajes el nacionalismo se quedó con 43 escaños y el constitucionalismo con 32. Vistos los de ayer, es evidente que el constitucionalismo ha hecho algo muy mal. Su representación ha quedo reducida a los 8 escaños sólo uno más de los que tenían PP y Vox la legislatura pasada, el que ha sumado el PP.

El primer error para llegar a esta lamentable situación ha sido el del PSOE sanchista con su empeño de blanquear a los etarras a los que ha convertido en legítimos integrantes de la mayoría gubernamental en Madrid y en Navarra y les ha entregado el ayuntamiento de Pamplona. Con estos actos, el PSOE ha abandonado el constitucionalismo, preocupado sólo por garantizar la butaca de Sánchez en Moncloa y por los réditos electorales inmediatos. Que tampoco lo son tanto. El patético intento, esta semana, de recordar que EH Bildu es la continuación de ETA sonaba poco creíble. ¿Sólo en las elecciones de ayer y no mañana en el Congreso de los Diputados? El blanqueamiento político ha convertido a Bildu en una fuerza limpia del presente de cuya historia el PSOE no permite hablar. La Memoria Democrática que nos quiere imponer el sanchismo y sus adláteres es que ETA no existió pero que el franquismo sigue vivo. Con un par y la bandera de Tafalla.

Y si la actitud del PSOE ha sido inverosímil, más lo ha sido la de un PNV que, sabiendo que su primera prioridad es gobernar en las Provincias Vascongadas, ha contribuido de forma insuperable a aupar al otro partido que le disputa el dominio del nacionalismo devenido teórico independentismo –que en realidad sólo quiere el 23 por ciento de los votantes–, según sondeo del propio Gobierno vasco.

La realidad incontestable es que, si comparamos estas elecciones con las de 2001, de todos los partidos que existían entonces y perviven hoy el único que mejora resultados es la franquicia de ETA, (distinto nombre, mismas capuchas).