Hacer el gañán por Pedro, qué tomadura de pelo
Hay que reconocerlo: los aspavientos del PSOE han desbordado las expectativas y merecen un lugar de oro en la historia del esperpento político español
Tras el paréntesis de rabieta adolescente y terapia de grupo, Peter y Bego, que no han recibido el apoyo de un solo gobernante europeo, anuncian su gran decisión: quedarse, por supuesto. Una opción acorde a lo único que realmente le importa a Sánchez, que es mantener su colchón en Palacio como sea.
En el preludio del falso parto de los montes, el PSOE se nos ha mostrado en toda su crudeza, ya sin maquillaje alguno: un partido populista radical, de mensaje autoritario y formas garrulas.
Han prodigado estampas que quedarán alojadas en los nutridos anales del esperpento político español. Ministros perdiendo la chaveta y comportándose como si estuviesen en un garito de copas a las cuatro de la mañana, en lugar de en una democracia reglada. Una vicepresidenta del Gobierno hiperventilada, pasada de rosca hasta la vergüenza ajena, jaleando en plena calle como una hooligan a la parroquia de Ferraz. Óscar Puente, como si fuese el líder de una nueva oenegé, Gañanes sin Fronteras, destacando que Pedro «es el puto amo» y que «se le respeta mucho porque habla inglés» (ojo a lo de «amo», porque se delatan: Sánchez como señor absolutista). La democracia soy YO.
El PSOE interpretó la pataleta del divo como una respuesta inevitable ante el «ataque a la democracia de la derecha y la ultraderecha». Pero precisamente lo que está pidiendo la izquierda es amordazar a la prensa, a los jueces y a la oposición para blindar al líder, lo cual equivale a cepillarse las libertades y contrapesos para que el autócrata esté cómodo. Extremadamente inquietante que en su comparecencia Sánchez haya anunciado que a partir de ahora comienza «un punto y aparte». ¿Para qué? Pues para embestir a todo trapo contra las libertades.
Memorable también ver a la cultura oficialista organizando «actos por la decencia democrática», donde se rasgan las vestiduras ante el supuesto acoso al providencial autócrata. El viudísimo del régimen, el mandarían cultural sectario García Montero, fustigando a la prensa que se atreve a fiscalizar al poder, cuando esa es precisamente la razón de ser del periodismo. O el rockero de la perpetua gira de retirada, el abuelete Miguel Ríos, subrayando que «es mejor vivir con la verdad que con la mentira», un curioso argumento cuando se utiliza para defender a un mentiroso compulsivo.
Ayer tarde, el periódico sanchista envió una alerta para promocionar un artículo donde directamente se le pide al presidente que desde hoy lance «una campaña seria y decidida, bien articulada, para sanear la justicia española». Se le reclamaba por tanto que aplastase al poder judicial independiente, que derribase uno de los pilares de la democracia y que siembrase las bases de una dictadura. En los despliegues del diario global en favor del sufrido Sánchez aparecía, entre otras luminarias, el filósofo peneuvista Daniel Innerarity, en cuyas clases tuve ocasión de sestear en la Universidad de Navarra, quien desvelaba para nuestra aflicción que hace un mes habló con el presidente Sánchez y percibió a «un hombre abatido».
¿Cómo no iba a estar Sánchez abatido? Se ha embarcado en una huida hacia adelante vendiendo lo que haga falta con tal de okupar el poder. Ha armando un circo de tres pistas con unos aliados imposibles. Ha ignorado la advertencia de Lincoln y ha intentado engañar a todo el mundo todo el tiempo. Ha practicado el nepotismo más burdo, metiendo hasta a la familia y los amigotes en los privilegios del poder. Ha mentido al público como quien respira. Ha pervertido las instituciones para someterlas al partido. Ha dejado la caja del Estado tiritando y ha avivando los odios entre españoles como no se veía desde los años treinta del siglo pasado. ¡Cómo no va a estar abatido!
A Sánchez solo le quedaban dos caminos: o se resignaba a ser un pato cojo cuya cuenta atrás ha comenzado, o daba un puñetazo en la mesa para armar un tinglado peronista-chavista en toda regla para perpetuarse en el poder. Ha elegido lo segundo, pues su comparecencia ha sido una amenaza en toda regla a la prensa libre y los jueces. Preparémonos para lo peor. El nuevo Frente Popular avanza.
(PD: De un tiempo a esta parte, la izquierda habla constantemente de los «problemas de salud mental». Tras lo que hemos vivido, tal vez deberíamos empezar a incorporar esa variante en los análisis politológicos).