Entérese, Sánchez: no nos van a callar
Temen a las informaciones que damos a las que nunca contestan con datos o argumentos. Es lo que siempre hace el que no tiene razón. Callar ante el golpe e insultar después
El pasado lunes a las 20,43 el PSOE comenzó la campaña de acoso a los medios de comunicación arremetiendo desde la cuenta oficial del partido en Twitter –X si lo prefieren– contra este diario. Debo reconocer que ha sido un honor inesperado. Honor porque el que este periódico merezca estrenar las dianas de tiro olímpico que el sanchismo va a emplear en estos días siendo un medio que sólo tiene dos años y siete meses de vida en esta segunda encarnación, demuestra que nos tienen mucho miedo. Que temen a las informaciones que damos a las que nunca contestan con datos o argumentos. Es lo que siempre hace el que no tiene razón. Callar ante el golpe e insultar después.
Ese Demóstenes de nuestro tiempo que responde al nombre de Óscar Puente y funge como ministro de Transportes –que intenta dificultar el transporte público exigiendo a las empresas ferroviarias que suban el precio de los billetes, así es la izquierda hoy– ha tenido la originalidad de referirse a este periódico como una web. Debería ser requisito imprescindible que tipos como Puente se desasnaran antes de entrar en el Gobierno. Según el Diccionario de la Real Academia Española, «web» significa «red informática». No tiene más que esa acepción. Y entre las muchas virtudes que tiene este periódico, creo que no hemos conseguido ni pretendido ser una red informática que según parece puede ser un negocio fabuloso.
Si alguna vez es capaz el ministro Puente de salir del establo, se puede enterar de que lo que él y su partido descalifican como «digitales» en relación al soporte, no al contenido de periódicos como El Debate, es el único conducto informativo verdaderamente relevante de nuestros días. En el diario El Debate sabemos cada día exactamente cuántas visitas hemos tenido el día anterior. Es decir, cuantas veces se ha leído en total nuestras noticias. Como se dice en el lenguaje de nuestros medios, cuántas veces se ha «pinchado». Y cada mes cuántas personas distintas nos han leído. El pasado lunes, por ofrecer el último dato disponible a la hora de escribir esta columna, se «pinchó» 1.171.000 veces. No estuvo mal, pero tampoco fue de los mejores días. El diario más vendido de España en papel el pasado mes de febrero según los datos de los propios editores fue El País que en venta en kiosko y suscripciones individuales sumó 49.500 ejemplares de media diaria. El segundo fue La Vanguardia con 46.600. Por detrás en tercer lugar La Voz de Galicia, en cuarto ABC y en quinto El Mundo con sólo 31.700. Esta antigualla de la prensa impresa –que a mí tanto me gusta y sigo leyendo cada mañana– desgraciadamente es muy decadente y es la que tanto valoran el PSOE y Puente. Quizá porque es más fácil controlar la prensa con ediciones impresas que a los periódicos que sólo tenemos un soporte digital.
Tengo el honor de trabajar en este periódico desde antes de su segunda aparición en octubre de 2021. Me incorporé al equipo de Bieito Rubido porque había trabajado entonces diez años con él y conocía bien su profesionalidad y su liberalidad que para el sanchismo es fascismo. En esas manos estamos. En contra de lo que pretenden insinuar desde el Gobierno, aquí hemos aplicado desde el primer día un máximo rigor en la información, exigiendo contrastar y jamás publicando información que no tengamos cotejada. Tuve el honor de participar en la redacción del libro de estilo de esta casa y estamos tan ufanos de él que lo regalamos a nuestras visitas. Tenemos también la satisfacción profesional de que son muchas las piezas que duermen el sueño de los justos porque no han podido ser suficientemente contrastadas y no se publicaron.
Así que aquí estamos, señor presidente y señor ministro de Transportes. Mírennos bien. No nos van a callar. Ustedes quieren acabar con la libertad de Prensa que en esta hora también encarnamos nosotros. Parece que consiguen acallar a la Federación de Asociaciones de Periodistas de España y a la Asociación de la Prensa de Madrid. Allá ellos con su conciencia. Nosotros no nos callamos y seguiremos contando lo que tanto parece molestarles.