Sánchez y Petro, dos tiranos en potencia
El pasado sábado murió repentinamente mi admirado Ignacio Bayón, que fue ministro de Industria con Adolfo Suárez y Leopoldo Calvo-Sotelo. Ignacio era doctor en Derecho, letrado de las Cortes y del Consejo de Estado. Hemos pasado de un ministro como él a Óscar Puente. Con un presidente con una tesis doctoral plagiada. Y cada vez más en la línea de Gustavo Petro
Mi admirado colega colombiano Pacho Santos, periodista de largo recorrido, víctima de un secuestro a manos del Cartel de Medellín que le cambió la vida, ocho años vicepresidente de Colombia con Álvaro Uribe y enemigo político acérrimo de su primo hermano de doble vínculo el expresidente Juan Manuel Santos, acaba de publicar en Semana un acertado análisis sobre el paralelismo entre el populista que gobierna Colombia, Gustavo Petro, y el que gobierna España, Pedro Sánchez. Apunta Pacho con acierto cómo en ambos casos se ha desatado una reacción contra las democracias española y colombiana como respuesta en un caso, el de Petro, a las masivas manifestaciones en toda Colombia el pasado 21 de abril contra su Presidencia, y en el otro contra la decisión de un juez de investigar a su mujer. Son dos ejemplos de populistas de libro.
La mayor desgracia para españoles y colombianos -y me reconocerán que hace falta tener puntería para poseer ambas nacionalidades en este momento de la Historia, como es mi caso- es que ambos tienen exactamente la misma visión de cómo debe ser su acción de Gobierno: todo es válido para permanecer en él. En ambos casos han puesto todo el aparato del Estado al servicio personal de cada uno de ellos y pretenden cercenar las instituciones del Estado desde las que se cuestiona su actuación: la Justicia y la Prensa.
Añadamos a ello otra curiosa coincidencia que acentúa el paralelismo entre ambos gobiernos: Argentina e Israel. Ya hemos comentado en esta columna que lo que nos faltaba para el duro era que después del flagrante fracaso de la gira internacional de Sánchez para buscar compañía en el reconocimiento de un estado palestino, el siguiente paso que nos queda es el que dio Gustavo Petro el 1 de mayo rompiendo relaciones con Israel. Sánchez ha conseguido llevar nuestro enfrentamiento con un país amigo hasta el extremo de dejarnos al borde la ruptura. Y, una vez más, esto se debe a la debilidad de su coalición donde los partidos de extrema izquierda que la integran son profundamente antisemitas. Y Sánchez tiene que contentar a esa parte de su parroquia, aunque sólo sea con gestos. Veremos si interpretando esa farsa al borde del precipicio no acaba despeñándose y llevándonos con él al abismo. Y al parecer hay serias presiones de los socios de Sumar para que en el Consejo de Ministros de hoy se produzca finalmente ese reconocimiento como estado de pleno derecho de Palestina.
Todo este disparate absoluto se ha visto complementado el pasado fin de semana con el inverosímil insulto de Óscar Puente al presidente Milei. No hace falta pedir a nadie que le guste el presidente de ningún país. Cada uno es libre de pensar lo que tenga por conveniente. Pero es evidente que cuando eres miembro del Gobierno del Reino de España, cuando has llegado a sustituir al secretario general de tu partido a la hora de contestar el discurso de investidura de Alberto Núñez Feijóo, demostrando así el enorme peso que tiene en su formación política, lo único que ha conseguido Puente con sus insultos ha sido airear ante el mundo entero el nivel que tienen los ministros del Reino de España. Acabaremos como Petro y Milei: con expulsiones de diplomáticos.
El pasado sábado murió repentinamente mi admirado Ignacio Bayón, que fue ministro de Industria con Adolfo Suárez y Leopoldo Calvo-Sotelo. Ignacio era doctor en Derecho, letrado de las Cortes y del Consejo de Estado. Hemos pasado de un ministro como él a Óscar Puente. Con un presidente con una tesis doctoral plagiada. Y cada vez más en la línea de Gustavo Petro.
No paramos de mejorar.