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Pecados capitalesMayte Alcaraz

La ex de Felipe es de Pedro

Le preguntaron a la exmujer de González por su presencia en la manifestación de solidaridad con el presidente enamorado y dijo que tanto él como Begoña eran «unos valientes» y que los animaba «a dar la batalla»

Actualizada 01:30

Me sorprendió ver a la que fuera primera esposa de Felipe González, Carmen Romero, a las puertas de Ferraz para pedirle al Sumo Líder de esa Moncloa que ella tanto conoce que no abandonara a las ovejas atribuladas del socialismo durante esos cinco días de contritos ejercicios espirituales. Junto a Paca Sauquillo, Carmen enarbolaba una bandera roja de apoyo a la pareja del presidente, su sucesora Begoña, la misma que ha abusado del papel de consorte que ella –Romero– supo respetar sin mezclar la velocidad con el tocino, es decir, el privilegiado papel a la sombra de un todopoderoso, con los negocios mercantiles de una pretendida profesional privada.

Le preguntaron a la exmujer de González por su presencia en la manifestación de solidaridad con el presidente enamorado y dijo que tanto él como Begoña eran «unos valientes» y que los animaba «a dar la batalla». No aclaró si se refería a su arrojo por quedarse en la Presidencia, cuando a ambos les sobran los méritos profesionales para ocupar cualquier cátedra de pensamiento en Oxford, o a su acreditada vocación de sacrificio por los demás al disfrutar del Falcon para acudir a sus conciertos preferidos o a ese acendrado espíritu de contención que derrochan cuando disfrutan de La Mareta o Las Marismillas sin solución de continuidad.

Carmen, que llegó a abandonar un trabajo nocturno de profesora para que no se dijera que se aprovechaba de su estatus, siguió el ejemplo de Amparo Illana y Pilar Ibáñez, esposas respectivamente de Adolfo Suárez y Leopoldo Calvo-Sotelo. Y a ella le siguieron otras damas que también supieron ser prudentes como Ana Botella, Sonsoles Espinosa y Elvira Fernández hasta llegar a la peor consorte presidencial que hemos tenido, a tono con el ejercicio obsceno del poder que ejerce su marido.

La presencia de la expolítica sevillana seguro que reconfortó al presidente atribulado por el acoso y la persecución del facherío. Mientras que Felipe González ha entrado ya por méritos propios en la fachosfera y vive dentro del muro del fascio que Pedro ha construido con sus propias manos progres, la que fuera su cónyuge circula ya con todas las acreditaciones por el paraíso socialista, donde habitan los felices españoles que han sabido elegir bando, donde el pleno empleo es una realidad, el abrazo entre catalanes una feliz conquista, donde fiscales como Conde-Pumpido y Álvaro García Ortiz imparten justicia feminista y reformista, esa arcadia donde los delincuentes institucionales son amnistiados y a los etarras se les entrega el bolígrafo para escribir nuestra memoria democrática. Carmen Romero tiene motivos para estar contenta.

Me alegro por la ex segunda dama. Pero lamento darle una mala noticia al Sumo Sacerdote del progresismo. Me malicio que el advenimiento de Carmen Romero a la Sanchosfera tiene más que ver con llevar la contraria a Felipe, con el que no ha terminado muy bien, que por un repentino enamoramiento político de quien ha dilapidado todo el legado socialista del padre de sus hijos. Tengo para mí que aquí hay una dosis considerable de venganza consorte.

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