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Ojo avizorJuan Van-Halen

El timón vacío

La clase política que nos dirige está bajo mínimos. Un ejemplo: ¿quién sería capaz de citar de memoria a la mitad de los miembros del Gobierno? ¿Quién los reconocería en una imagen?

¿Recuerdan aquel chiste en el que aparece un mono a los mandos de un avión mientras la tripulación se divierte? Por lo del mono no quiero que se me enfade nuestro ministro parlanchín, viva evidencia de la hominización evolutiva del hombre, con gratitud a Darwin. Me pregunto: ¿quién está al timón de esta España desorientada y silente? ¿Un mono como en el chiste? ¿Nadie? A menudo pienso que los polizones llevan el gobierno del barco, que los jabalíes se han hecho con las escopetas y que los estudiantes de secundaria menos preparados han tomado el mando de las clases. El mundo al revés.

Vivimos un tiempo de sorpresas que, al menos para mí, cada vez lo son menos. No me sorprende ya casi nada. Me dicen que mañana torea en Las Ventas el ministro Urtasun y pregunto de quién son los toros. Y este tiempo tan raro a cambio de unos pocos votos que permiten gobernar a quienes perdieron las elecciones. Por mucho que repitan que no fue así, lo fue. Gobernar lesionando gravemente la Constitución, vendiendo la unidad de España, la coherencia, la igualdad entre las regiones, y dando la vuelta a la Historia con mayúscula, se produce precisamente porque quienes gobiernan perdieron las elecciones. Es la prueba más evidente de que las perdieron, y que quienes luchan para defender la decencia y la verdad las ganaron.

Pensar cosa distinta, en la línea que sigue Sánchez, sería reconocer que la mayoría de los españoles son necios o están en Babia. Sánchez ha tenido que pactar con quienes no creen en España y buscan su ruina. Con quienes se inventan un estado catalán que nunca existió y se remontan a 1714, el fin de una guerra que ellos, mintiendo, consideran «de secesión» entre Cataluña y España, y fue «de sucesión» entre dos pretendientes al trono español, un Borbón y un Austria. Sánchez, vergonzosamente, ha aceptado las manipulaciones catalanistas, entregando lo que sea, y también la dignidad, con tal de mantenerse un tiempo más en su sillón.

Ocurren cosas preocupantes. El Gobierno funciona por reacción contra la normalidad, contra lo que fue distinto antes de su manipulación irredenta. Se saca de la manga, o amenaza con hacerlo, normas para desactivar el Senado porque tiene otra mayoría, para cambiar leyes que no le gustan porque dan presencia decisiva a la oposición, como en su día dañó y mermó las competencias del CGPJ sólo porque no lo domina. Sánchez, como un autócrata instalado, paga favores a sus amiguetes, incluso a los que debería ocultar, como el último nombramiento en Telefónica de su negro de la tesis doctoral. Todo vale.

Los manejos del Gobierno no tienen fin y Sánchez llega a montar campañas para que haya españoles a los que no les llegue la ley y así queden impunes de lo que puedan hacer o deshacer. Es el caso de lo que ocurre con su esposa y con su hermano. Lo menos que reclaman esos casos que, con razón o sin ella, resultan chocantes, es explicaciones. Que no se acuse pero que todo se explique. Ocultar cualquier explicación tras una cortina de silencios y ataques, de ese fango que enarbola Sánchez en los demás y no reconoce en los suyos, no conduce sino a enmierdar más el día a día.

La clase política que nos dirige está bajo mínimos. Un ejemplo: ¿quién sería capaz de citar de memoria a la mitad de los miembros del Gobierno? ¿Quién los reconocería en una imagen? Ni a la tercera parte. Si llegamos a sus biografías, convenientemente aderezadas en la página de Moncloa, comprobaremos que reflejan sobre todo sus actividades políticas. Casi nada profesional. Han vivido de la política. Desde la vicepresidenta Yoli Diaz, a la ministra encargada de nuestra Juventud e Infancia, Sira Rego, las dos del Partido Comunista, esta última en tres saltos pasó de concejal de Rivas Vaciamadrid a eurodiputada y ministra, amparada profesionalmente por un diploma de nutricionista. Como eurodiputada votó en contra de condenar la matanza de Hamás en Israel, el pasado 7 de octubre, con más de 1.200 muertos y casi 4.000 heridos.

Para Yoli y para los otros cuatro miembros del Gobierno militantes de Sumar habría que abrir páginas aparte. Recuerdo un pensamiento de Sira Rego: «El paro lo crean los que despiden. Y los que despiden son los empresarios. Acabando con los empresarios acabaremos con el desempleo». Gran aportación a la cultura de la nutricionista Rego que tiene bajo su capricho las políticas de Juventud y de Infancia. Menudo talento.

Desde mi larga experiencia, - ¡ay! - creo que nunca ha habido un Gobierno más mostrenco e inútil. El que debería ir al timón se dedica a mirarse el ombligo y a asistir a actos de palmeros; vive un zigzagueo de apariciones y ausencias. ¿Miedo? El timón está vacío o en manos de Marisu Montero que se muestra despendolada. Y no sé qué es más preocupante el timón vacío o el timón en un agresivo y frívolo descontrol.