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Pecados capitalesMayte Alcaraz

Lo que va de Lambán a Page

Y Page que siga así, apoyando el expediente a Lambán. Sánchez ya le ha sentenciado por mucho que intente hacerse perdonar una integridad que, en el fondo, no tiene

De los creadores de la falaz película de serie B «hay que regenerar la política y hacerla más respirable» llega ahora otra igual de indecente: Mi Persona sanciona a un socialista, al único que ha sido coherente con lo que ha dicho y con las promesas que realizó a sus electores a diferencia de él. Esa rara avis socialista de la política española se llama Javier Lambán Montañés, que un día dijo una cosa y la cumplió, que un día se situó frente a la ley de impunidad de Pedro Sánchez porque nos hace más desiguales, porque borra los delitos de la élite política catalana y porque los aragoneses y el resto de españoles no tienen que pagar la malversación de los sediciosos, y ahora resulta que su partido le expedienta por no haber contribuido al silencio de los corderos que ha decretado el presidente, so pena de terminar en el grupo mixto con Ábalos o en las colas del SEPE. Lo que va de Lambán a Page, que solo amaga y termina prefiriendo la obediencia lanar, es la diferencia entre la honradez personal y el juego de la yenka.

Este episodio de coherencia y dignidad política del socialista aragonés me ha recordado a otro –este incoherente e indigno– que protagonizó Sánchez y una recua de 15 diputados para evitar que los españoles tuvieran un presidente absteniéndose en la investidura de Mariano Rajoy en 2016. Entonces Lambán –al igual que su tocayo el asturiano Javier Fernández– se puso del lado de los principios morales. La obligación de un político es cumplir con su palabra y contribuir al interés general. En aquella espantada, que motivó la salida de Sánchez para volver triunfante después, el entonces presidente aragonés defendió con su actitud la obligación de que su partido se comportara como una formación de Estado, evitando bloquear un Gobierno con el que compartía consensos básicos que, además, le había ganado largamente en las urnas. ¿Recuerdan quién llevó al PSOE a tocar fondo con solo 85 escaños frente a los 137 que obtuvo Rajoy? Pues el marido de Begoña Gómez, que comenzó entonces su exitosa campaña de negar la legitimidad a la alternativa de Gobierno de la derecha en España.

A diferencia de la actitud responsable y ciertamente elegante de Lambán, que podía haberse ausentado del Senado por temas de salud y que no disimuló la verdadera razón de su abstención, hemos escuchado a su portavoz en el Senado, Juan Espadas, con una estrafalaria explicación del expediente abierto a quien ha sido el gran activo del PSOE aragonés, territorio en el que desde que ha metido sus zarpas Ferraz imponiendo a sus serviles está inmerso en luchas intestinas. El exalcalde de Sevilla, que comparte con su jefe haber llevado al partido al peor resultado de su historia en Andalucía, ha justificado el castigo a Lambán porque cree que el dirigente aragonés está en franca minoría en el PSOE. Allá el socialista andaluz cuando tenga que explicar la amnistía y la condonación de la deuda catalana a sus paisanos, que ya han dejado a sus siglas en el chasis en el Parlamente regional, seguramente haciéndole purgar la sistémica corrupción de los ERE pero también su entrega al soberanismo excluyente que cree que un andaluz es un ciudadano de segunda respecto a un catalán o a un vasco. No le arriendo las ganancias a Espadas.

Pero es que hay más: esto que dice el senador por Aragón y que le ha hecho no refrendar la amnistía en la Cámara Alta es justo lo que sostenía el propio fracasado socialista andaluz, su presidente Sánchez y todo el Gobierno de coalición hace exactamente diez meses, días antes de las generales del 23 de julio. ¿Quién se ha movido pues por siete cochinos votos? Lambán, no. Así que, Espadas, menos lecciones y más a aplicarte en convencer a los onubenses, granadinos o vecinos de Jaén de la bondad de una ley hecha por un señor que los odia, que se gastó su dinero para su aventura separatista y que además los considera, como su sucesor Torra, «bestias carroñeras». Y Page que siga así, apoyando el expediente a Lambán. Sánchez ya le ha sentenciado por mucho que intente hacerse perdonar una integridad que, en el fondo, no tiene.