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HorizonteRamón Pérez-Maura

PP: una de cal y otra de arena

Don Antonio Maura llegó a Madrid en 1868, con 15 años de edad y hablando castellano con dificultad. Lo que él hablaba no era catalán y a nadie se le ocurría pensar que lo era. Todos sabían que él hablaba mallorquín

Actualizada 01:30

En los últimos días hemos visto cómo el Partido Popular ha dado dos muestras muy diferentes de inteligencia política. O de carencia de ella. Vayamos por partes.

El resultado del pasado 12 de mayo en Cataluña, positivo se mire como se mire, tuvo un elemento fundamental: Alejandro Fernández. Todos recordamos cómo Alberto Núñez Feijóo mantuvo hasta el último momento la duda sobre su candidatura. Y había una razón lógica para ello. En las elecciones de hace tres años Alejandro Fernández cosechó el peor resultado de la historia del partido. Pero Pablo Casado le mantuvo en su puesto y cuando llegó a Génova Núñez Feijóo no parece que el PP de Cataluña fuese una prioridad. Y es comprensible que no lo fuera tras la rebelión popular contra Casado..

Entre tanto Alejandro Fernández se ha dedicado incansablemente a trabajar, a hacer política en el Parlamento y en la vía pública. A ir sembrando para después poder cosechar. Hacer política en la calle, no en los despachos. A la vista está el disparate que hubiera sido sustituirlo por cualquier otro candidato. Sigue habiendo en el entorno de Génova muchas críticas hacia su forma de gestionar la vida interna del partido o su incapacidad para hacerlo. Sin duda eso es algo importante, pero por naturaleza, de eso se tiene que ocupar un segundo de abordo. Llámese secretario general o como se quiera.

En todo caso lo cierto hoy es que la estrategia de Fernández ha llevado al PP a un gran resultado, todavía por detrás de los que consiguieron en su momento Alicia Sánchez Camacho y Alejo Vidal-Quadras. Pero ampliando el voto constitucional porque entonces el PP no tenía a nadie disputándole el voto en el centro y la derecha constitucionales. La suma de PP y Vox es muy superior de la del PP cuando alcanzó 19 escaños con Sánchez Camacho.

Frente al acierto en Cataluña, esta semana también hemos conocido un disparate del PP relacionado con el catalán. El caso se ha dado en Mallorca, donde el Rey ha concedido el título de «Real» a la Academia de la Lengua Balear. Y pásmense, esto ha llevado al PP a criticar al Rey, que ha tomado esta iniciativa dentro de las pocas que él puede decidir con autonomía.

Esto me ha servido para enterarme de algo que me ha dejado anonadado. El PP balear es partidario de la «unidad de la lengua catalana» y está alineado con el nacionalismo catalán en la defensa de que en Baleares se habla catalán. Yo no soy filólogo ni hablo ninguna de esas lenguas. Pero sí sé que ya en 1835 Juan José Amengual publicó en Palma una Gramática de la Lengua Mallorquina mientras que me asegura quien sabe que la primera Gramática de la Lengua Catalana es obra de don Pompeyo Fabra y está editada en 1912 en Barcelona.

Y también sé muy bien que don Antonio Maura llegó a Madrid en 1868, con 15 años de edad y hablando castellano con dificultad. Lo que él hablaba no era catalán y a nadie se le ocurría pensar que lo era. Todos sabían que él hablaba mallorquín. Y sus compañeros de la carrera de derecho –que empezó a esa edad– se mofaban de su acento y sus expresiones mallorquinas, no catalanas. Y con esas raíces llegó a ser director de la Real Academia Española desde 1913 hasta su muerte en 1925, cuando acababa de ser reelegido para otro mandato.

¿Ese mallorquín que hablaba Maura es el que ahora quiere llamar catalán el PP balear? Es imposible hacerlo peor.

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