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El puntalAntonio Jiménez

Desmontando el fin del 'procés' y el perdón sanador de Sánchez

Se ha puesto la medalla por la victoria del PSC, resultado que en su opinión avala y justifica sus políticas de cesión al independentismo como si todos los españoles y no sólo los catalanes las hubieran refrendado en las urnas

El 'Puto Amo', con perdón, según Óscar Puente, se lo ha creído y él solito, frente a una oposición furibunda y destructiva, como dice, ha puesto fin con el triunfo del PSC a una década de división en la sociedad catalana y de paso ha abierto un tiempo de entendimiento, convivencia, colaboración y prosperidad. Y nosotros sin enterarnos.

Vamos que él sólo ha conseguido convertir a Cataluña en una irreconocible arcadia donde los otrora aguerridos y montaraces independentistas han mutado en cívicos y pastueños constitucionalistas.

Ciertamente el halago debilita y tiende a nublar las entendederas. Convengamos por tanto que la labor del ministro «boca chancla» Óscar Puente es de agradecer si con ello el halagado se viene muy arriba y termina despeñándose desde lo más alto del estadio de egocentrismo y egolatría alcanzados. Y Sánchez apunta maneras.

Ni ha muerto el procés, si como tal entendemos un proceso político que tiene como objetivo último la secesión de Cataluña, ni los independentistas, tras el revés electoral, han renegado de ese cometido. Han perdido las elecciones pero sus intenciones siguen intactas. De hecho, mientras la continuidad de Sánchez en la Moncloa dependa del apoyo de ERC y Junts, y siga sometido a las exigencias de sus dirigentes nada será distinto de lo que ya conocemos.

Después de la amnistía vendrá el referéndum salvo que Puigdemont, cabreado por la posible investidura de Illa con el apoyo de ERC, deje caer a Sánchez y este no tenga otra que convocar elecciones generales ante la imposibilidad de gobernar definitivamente sin Presupuestos.

Sánchez está crecido tras las elecciones en Cataluña y no es descartable en ese escenario político que si consigue unos buenos resultados en las europeas del 9 de junio aproveche la tendencia para adelantar las generales e incluso hacerlas coincidir con las catalanas en el hipotético caso de que haya que repetirlas.

Además, ya está metido en campaña. Se ha puesto la medalla por la victoria del PSC, resultado que en su opinión avala y justifica sus políticas de cesión al independentismo como si todos los españoles y no sólo los catalanes las hubieran refrendado en las urnas.

Habla del perdón como una suerte de bálsamo de Fierabrás con efectos políticos sanadores para defender los indultos y la amnistía, obviando que el perdón, y siempre desde una concepción cristiana del mismo, requiere del perdonado, al menos, el reconocimiento del daño causado y el propósito de no incurrir en el mismo hecho reprobable, cosa que no se ha dado en los indultados y próximamente amnistiados.

Por tanto, tampoco ha habido reencuentro ni reconciliación y sí un evidente chantaje político ejercido por quienes a cambio de sus votos han doblegado a Sánchez sin necesidad de impulsar «tsunamis» violentos en las calles. Han conseguido indultos, amnistía, mesa negociadora en el extranjero, mediador internacional e incluir en la agenda de negociación «el conflicto con España» contemplando un referéndum. Por tanto, no había necesidad de «apretar» con movilizaciones y protestas ciudadanas. La negociación, por cierto, sigue abierta en Suiza.

Es indudable, por otra parte, que en Sánchez nunca hubo una estrategia previamente diseñada de perdón y apaciguamiento con el independentismo, sino puro cálculo político obligado por la aritmética parlamentaria.

Primero le concedió a Junqueras el indulto a cambio del apoyo de ERC que Pablo Iglesias negoció, incluso , en la cárcel de Lledoners y, después del 23-J, ha cedido la amnistía que le negaba a Puigdemont, por ser anticonstitucional, porque necesitaba sus siete votos para ser investido.

Afirma la ministra Pilar Alegría, la que sólo da voz para preguntar tras los consejos de ministros a los medios entregados en su línea editorial al «sanchismo», como oportuna y certeramente recuerda todos los martes El Debate, que hay legislatura para rato y que especular con un adelanto de las elecciones generales es una «marcianada».

Afirmación arriesgada que puede dejarla en evidencia cuando su suerte política depende de un partido como ERC, cuyos militantes más críticos explican la debacle electoral porque Sánchez los está matando a besos con tanto entreguismo y apoyo en Madrid, y de un Puigdemont que tras aprobarse la amnistía, pueda o no beneficiarse de la medida de gracia en tanto no se sustancien las cuestiones prejudiciales, poco o nada gana sustentando más tiempo a Sánchez en la Moncloa si Junts no consigue a cambio de ese apoyo el Gobierno de la Generalitat. Así que menos lobos señora Alegría y que Illa se ande con cuidado porque Sánchez, antes que dejar la Moncloa, intentaría sacrificarlo.