La mentira masiva de la corrupción
Pedro Sánchez ha colocado la corrupción en el centro mismo del discurso de la izquierda, con una defensa de los socialistas imputados y condenados y con un ataque a los jueces que la investigan
Todo era mentira. El discurso de la izquierda sobre la corrupción era una mentira masiva. Un engaño continuado a los ciudadanos. Con un asalto al poder en 2018 a través de una moción de censura basada en una farsa. Y con 6 años de la izquierda y la extrema izquierda en el poder sostenidos en un gigantesco montaje propagandístico en el que la corrupción socialista y los ataques al Estado de derecho han sido camuflados bajo el montaje populista sobre la ultraderecha.
Cómo será la mentira masiva de la corrupción que fue Ábalos quien subió a la tribuna del Congreso en 2018 para defender la moción de censura. Pero ha habido mucho más. Como los años de acoso sistemático contra cualquier investigado y no investigado del PP, con las 169 portadas de El País contra el absuelto Camps convertidas en símbolo del periodismo de la izquierda. O la conversión de la imputación en causa suficiente para la dimisión. La vara de medir para Begoña Gómez la estableció el PSOE, y por eso es patético aun más que incoherente que ahora se rasgue las vestiduras con aquello que jamás respetó para otros, la presunción de inocencia.
La moción de censura fue una operación de asalto al poder basada en la mentira. En la mentira de que el PP había sido condenado por corrupción, cuando lo fueron unos alcaldes concretos, y el PP lo fue a título lucrativo, es decir, desconocedor del delito, por los gastos electorales pagados a esos alcaldes. Y en la mentira de que Rajoy estaba obligado a dimitir por esas condenas, que no le afectaban ni a él ni a sus ministros. Cómo sería de gigantesca la mentira que, cuando los principales dirigentes del PSOE andaluz y nacional fueron condenados por los ERE, Sánchez se eludió a sí mismo y a su teoría sobre la dimisión aplicada a Rajoy.
Pero aún faltaba el último capítulo, el de la apoteosis de la mentira masiva, cuando no solo hay varios miembros del equipo de Sánchez bajo sospecha en los casos Berni y Koldo, sino que lo está su propia esposa. Y Sánchez no solo se niega a dimitir por las mismas razones por las que exigió dimisiones de otros durante años, sino que ha hecho de su imputada esposa su bandera electoral. Es decir, ha colocado la corrupción en el centro mismo del discurso de la izquierda, con una defensa de los socialistas imputados y condenados y con un ataque a los jueces que la investigan.
¿Cómo hemos llegado a esto? ¿Cómo ha sido posible engañar a tantos durante tanto tiempo? Mucho tienen que ver los periodistas, los periodistas de la Sanchosfera. Compartí tertulias con muchos de ellos durante años, y los recuerdo clamando contra la corrupción y exigiendo dimisiones inmediatas de los imputados del PP. La presunción de inocencia les importaba un comino entonces. Decían que luchaban por la democracia, por la transparencia y por los ciudadanos. Son exactamente los mismos que ahora defienden a la imputada Begoña Gómez como si fuera su nueva lideresa, los que acompañan a Pedro Sánchez en el ataque a los jueces, los que firman cartas de apoyo a Pedro y Begoña y contra «el golpismo mediático». También su periodismo era una mentira masiva.