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LiberalidadesJuan Carlos Girauta

Broma

Es un chiste que la manera más eficaz de enfrentar unas elecciones europeas sea no decir una sola palabra de Europa, más allá de usar la voz «Europa» para engordar el espantajo con el prefijo 'anti'

Es una guasa que esté en el 30 % el suelo de un partido podrido de corrupción y en pleno autogolpe, consagrado al culto al líder, sin programa que no sea demoler la democracia liberal, alimentado solo por el señalamiento de enemigos, por el odio y el resentimiento, especializado en los resortes más bajos de la política, donde esta debería perder su nombre, como la espalda cuando se te ve la hucha.

Es una chufla que se presente como activo a la esposa por el hecho de que la hayan citado en una investigación por corrupción y tráfico de influencias. ¡Que acuda y que rinda la exhibición, muda y entre carantoñas maritales, de ese lastre que cualquier otro partido de izquierda, centro o derecha, decente o indecente, por pura intuición escondería! Lo que permite concluir que los fracasos que ese partido troca en éxitos obedecen a mecanismos contraintuitivos. Pero como ha demostrado la ciencia del sesgo conductual, lo contraintuitivo es norma.

Es un pitorreo que a estas alturas de la bajura hayamos llegado tan hondo como para ver honrado, una y otra vez, el lema que debería constar en el frontispicio del Palacio de la Moncloa: «Inventa un espantajo y échate a dormir». Como el «Conócete a ti mismo» del pronaos de Delfos. O mejor en Ferraz, donde el mal se resiste panza arriba incluso al Rosario. Al sentido común ni te digo.

Es un chiste que la manera más eficaz de enfrentar unas elecciones europeas sea no decir una sola palabra de Europa, más allá de usar la voz «Europa» para engordar el espantajo con el prefijo «anti». Ya dije ayer que no hay manera de honrar el nombre del continente (y sus prolongaciones civilizadoras) sin bagaje cultural. O me vienes leído o «Europa» sonará en ti a burocracia, a coles de Bruselas, a cháchara funcionarial y a las páginas menos leídas de los diarios. Europa es Napoleón y es Waterloo en 1815, pero es todavía más Stendhal, su Fabrizio del Dongo asistiendo sin enterarse de nada a la batalla. Europa es el doctor Freud escapando anciano a Londres porque Europa es también, tristemente, su suicidio, la gran Viena, la espléndida Viena súbitamente enfervorizada por el Anschluss. Y quien nada sabe, y quien nada evoca, y quien nada añora no es un ser civilizado, y queda por tanto fuera del concepto Europa. Lo curioso no es que ignoren completamente los problemas de (y las amenazas a) Europa en unas europeas, visto que hay que venir leído. Lo curioso es que en las elecciones catalanas nadie hablara de la amnistía. A ver si en las Generales el tema es el ajedrez.

Todo es una camama si miras las motivaciones del país, de esta democracia crepuscular, de esta izquierda que canta a las identidades y a los privilegios en vez de trabajar por la igualdad de derechos y libertades, por la igualdad ante la ley. De esta derecha donde los conservadores insisten en su naturaleza progresista. Sea eso lo que sea.