Los VIPS catalanes y los parias del común
¿A qué esperan las otras regiones para actuar contra la cláusula catalana en las leyes españolas y el cuponazo discriminatorio que Sánchez dará a Cataluña?
Cuando viajas a Barcelona o Tarragona - o a Pamplona o Bilbao- constantas un asombroso fenómeno: resulta que aquello es clavado a lo que percibes cuando estás en Zaragoza, Vigo o Murcia. Todo lo que ves te resulta sospechosamente… ¿cómo podríamos expresarlo?… Pues sí, en efecto: sospechosamente ¡español! A pesar de los esfuerzos para marginar en los carteles al castellano, el idioma que más se habla de largo, a pesar del monumental ejercicio de presión política del nacionalismo en todos los ámbitos, la realidad se muestra tozuda. Ves por las calles los mismos caretos, la misma forma de vestir, los mismos bares y tiendas, las mismas costumbres… ves lo que existe desde hace siglos y que continúa ahí de la manera más terca: España.
Sin embargo, una ideología cerril, insolidaria y manifiestamente xenófoba sostiene que no es así, que dos «pueblos», el vasco y el catalán, presentan características identitarias -léase superiores- que les impiden seguir formando parte por más tiempo del país que comparten de manera secular con el resto de los españoles. Este chiste semi racista se completa con la paradoja de que esas dos regiones son con Madrid las que mas inmigrantes han recibido de otras zonas de España. Por lo tanto, en realidad la supuesta gloria identitaria que urge preservar no existe. Lo que hay en Cataluña y el País Vasco es precisamente lo contario: un crisol de gente llegada de todas partes, que ha arrimado el hombro y que forma parte de un país avanzado y agradable, España.
Resultando tan ridícula y retrógrada la ideología de nuestros nacionalismos centrífugos cuando se formula en puridad, supone una cima del absurdo que un partido que va de izquierdista y solidario y que se apellida -sarcásticamente- «Español» se haya sometido a ella hasta extremos aberrantes. El último anuncio del PSOE debería haber provocado ya una estruendosa oleada de protestas en todas las regiones de España, porque va a consagrar que aquí existen dos tipos de españoles: los VIPS y superiores, que son los catalanes, y el resto, que somos los parias del común.
La amnistía liquidó la igualdad entre españoles, pues si eres un separatista catalán puedes delinquir impunemente. Pero ahora el partido sanchista «del progreso», el PSOE, anuncia dos nuevas vueltas de tuerca para cargarse lo que todavía llamamos España (la «nación de naciones», en su jerga).
En primer lugar, el sanchismo nos anuncia que se plegará a una exigencia de Puigdemont para que todas las leyes que se aprueben en el Congreso, sede de la soberanía nacional española, incorporen una «cláusula catalana» obligatoria. Tendrán que llevar una suerte de sello de calidad para especificar que se adaptan a las exigencias del nacionalismo y que respetan sus competencias. O como resumen ellos mismos: en el Congreso «no se aprobará ninguna ley que no refuerce y no respete a Catalunya».
Si están flipando, yo también. ¿Por qué no una cláusula asturiana, o andaluza? ¿Por qué se les concede este estatus superior a los catalanes? Pues por una razón evidente: Sánchez necesita los escaños de Puigdemont para poder pernoctar en la Moncloa sin ganar las elecciones. No busquen, porque no hay más.
Pero el agravio a los parias de segunda no acaba ahí. La segunda cesión es que premiaremos al manirroto separatismo catalán, que provocó la bancarrota de la región, condonándole 15.000 millones de su deuda, que pagaremos entre todos los españoles. Además, la ministra Montero ya anuncia una «financiación singular» para Cataluña. Léase un cuponazo catalán al estilo vasco y navarro, que destrozará la caja única española.
Es decir: los más primados por el Estado desde siempre, empezando ya por la bicoca del arancel textil del XIX; los que han dictado todos los últimos modelos de financiación autonómica a su antojo; los más manirrotos, que se han arruinado mientras regiones como Galicia, Madrid o Castilla y León se esforzaban en buscar la consolidación fiscal; los más desleales, que se han pulido el dinero del socorro del Estado en su proyecto rupturista contra España… pues bien, esos precisamente son premiados a costa de la pasta de todos nosotros, que ahora les apoquinaremos un súper plus solo porque un felón que okupa la presidencia sin ganar las elecciones acepta el chantaje.
Aunque los españoles estamos bastante anestesiados (esas televisiones…), mi pronóstico es que está vez Sánchez y sus socios separatistas van a pinchar en hueso. Nada enerva más a la afición que el hecho de que le toquen el bolsillo. Y lo que preparan Sánchez y Puigdemont es un atraco a todos aquellos españoles que han cometido el imperdonable error de no nacer catalanes.
Basta, por favor. Paremos esto. No se sabe a qué esperan las comunidades que gobierna la derecha para dar a conocer a sus vecinos tan abrumador abuso y para movilizarse contra él de la manera más enérgica.