El error de Vox
En cualquier caso se renueva el Consejo y se nombra uno esencialmente profesional al que se da nuevas competencias y mayorías cualificadas para los nombramientos
Le doy vueltas y no acabo de entender qué es lo que ve la dirección y el entorno de Vox que les parezca tan preocupante en el pacto entre el PP y el PSOE sobre el acuerdo para renovar el Consejo General del Poder Judicial. Lo único que atisbo es que Vox se ha quedado fuera. Y comprendo que eso les moleste. Exactamente igual que a Podemos. Pero a mí me parece que la prioridad era que España saliera del callejón sin salida en el que se había metido.
Estoy de acuerdo con los críticos en que es más que probable que Sánchez haga trampas e incumpla los acuerdos a los que ha llegado, pero aún si eso ocurriera, me parece que la situación sería mejor que la que tenemos ahora. Por varias razones: 1) En cualquier caso se renueva el Consejo y se nombra uno esencialmente profesional al que se da nuevas competencias y mayorías cualificadas para los nombramientos. Y todo ello, aunque entre los designados esté Bernardo Fernández, ex vicepresidente del Principado de Asturias con el PSOE entre 1991 y 1993, que no ha vestido la toga en su vida. A Fernández lo colocó el PSOE en el consejo consultivo de Asturias tras salir de la política y ahora le ponen ahí. Según me dice un prestigioso jurista asturiano, Fernández «no ha dado un palo en su vida y de derecho sabe lo que yo de las danzas zíngaras». Se lo compro, pero eso sólo puede perjudicar al PSOE en sus hipotéticos intentos de manipular al CGPJ. Aquí hay un nuevo Consejo con necesidad de mayoría cualificada para todos los nombramientos. Y eso sólo puede derivar en beneficio de la profesionalidad del Consejo. No parece que vaya a ser posible promover a jueces de marcado sectarismo como Cándido Conde-Pumpido. Los que ya están no se pueden remover. Pero los que hubieran ocupado casi todo si el PP no hace una brillante negociación –que no ha conducido Esteban González Pons, aunque sea el que sale en la foto– hubieran convertido el Consejo, uno de los pocos baluartes que resiste el acoso del sanchismo, en tierra conquistada para esa causa.
Hace unos días, nadie creía que el PP pudiera conseguir ni la más mínima cesión del PSOE. Y hacía muy bien ayer aquí Luis Ventoso al preguntarse el porqué del giro radical de Sánchez en tan pocos días. Él apuesta a que es porque ve la necesidad de ir a elecciones a corto plazo y necesita darse una pátina de tolerancia. Es posible. Pero yo creo más probable que lo haya hecho porque le daba miedo que en Europa le metieran en la misma lista negra de países que violan el Estado de derecho en la que la Comisión Europea tuvo a Polonia y mantiene a Hungría. La cuestión ahora no es si la Comisión tiene razón o no en su censura a Hungría –yo creo que no la tiene– pero figúrense dónde iba a quedar Sánchez alineado con Orbán. Le da un alipori.
Por todo esto, a mí me parece que en una cuestión de Estado como es la renovación del CGPJ, Vox ha cometido un grave error presentándolo como que el PP y el PSOE son la misma cosa. Resulta evidente que lo que el PP ha conseguido en esta negociación dista muchísimo de lo que el PSOE pretendía lograr y de lo que hubiera hecho con los partidos de la mayoría de Gobierno si el PP no hubiera buscado el amparo de la Comisión Europea. Éste es el acuerdo menos malo posible y es mucho mejor que un no acuerdo. Aunque haya quien no se lo crea, se puede llegar a acuerdos con el rival sin ceder en nada sustancial. Y eso es lo que ha sucedido, aunque Vox no se lo crea porque prefieren presentar esto como el apocalipsis, como hacía el martes alguna de sus voces más destacadas antes de que se conociera los términos exactos del acuerdo. Y sin matizar su posición después.