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GaleanaEdurne Uriarte

El baremo de insultos en Errezil


Les gritaron «maricón» y «español de mierda», pero el ayuntamiento condenó el ataque homófobo y silenció el ataque xenófobo

Ha pasado hace unos días en un pequeño pueblo de Gipuzkoa, en Errezil. Allí, unos jóvenes energúmenos apedrearon la casa de una pareja gay mientras gritaban «maricón» y «español de mierda». Al día siguiente, el ayuntamiento de la localidad salió presto a condenar el ataque, pero, ay, que nadie se apresure a alegrarse por la pronta reacción, porque el ayuntamiento solo condenó la mitad del ataque, la agresión homófoba. ¿Y lo de «español de mierda»? De eso no dijo nada, ni el ayuntamiento ni los medios que recogieron la noticia. Que te llamen español de mierda es perfectamente normal y aceptable, al parecer.

Es una muestra, una más, de la alteración de valores democráticos que han liderado los nacionalistas en España, con el silencio o la aquiescencia de la izquierda. No a la homofobia, pero sí a la xenofobia, o luchemos contra la homofobia, pero callemos ante la xenofobia. El ataque homófobo y xenófobo tuvo lugar justamente la semana en que el PSOE presentaba en el Congreso una Proposición no de Ley para luchar contra los discursos del odio. Intervine yo misma para llevar la posición del PP y le dije al portavoz del PSOE que, en efecto, persisten muchos discursos del odio contra el colectivo LGTB o contra los inmigrantes, pero que al PSOE se le había olvidado la mitad de los discursos del odio en su proposición. Como al ayuntamiento de Errezil en su condena.

Por eso persisten casi normalizados los discursos de odio de los nacionalistas en Cataluña o País Vasco contra todos los que se sienten españoles y contra los símbolos que representan a España. La gran mayoría de ayuntamientos vascos y catalanes ha eliminado la bandera nacional de sus mástiles, pero a la izquierda eso no parece preocuparle, mientras arremete contra la retirada de la bandera arco iris. Pero esa retirada cumple la ley de banderas y la doctrina del Tribunal Supremo, mientras que la eliminación de la bandera nacional no solo es ilegal, sino también una muestra de odio hacia lo español.

Hemos avanzado y mucho en la lucha contra algunos discursos del odio, y la lucha contra la homofobia es un ejemplo, pero hemos retrocedido en otros campos, precisamente aquellos liderados por los nacionalistas y sostenidos por la izquierda. De ahí que se admita «español de mierda», o que se blanquee la violencia etarra mientras se lucha contra la violencia machista. Es sangrante, por ejemplo, que muchos ayuntamientos vascos coloquen en sus letreros de entrada carteles contra la violencia machista pero que jamás hayan colocado carteles semejantes contra la violencia etarra.

Es la degeneración de valores democráticos alimentada desde sectores muy amplios sobre todo en sociedades con fuertes nacionalismos. Conviene repasar, por ejemplo, la última encuesta del llamado DeustoBarómetro, publicada por la Universidad de Deusto, y especialmente la pregunta sobre violencia. Con una formulación sencillamente nauseabunda desde los valores democráticos: se elimina la palabra terrorismo, se sustituye por «conflicto», y se diluye a ETA en ese conflicto presentándola equiparada al «GAL y las torturas». ¿Alguien se ha indignado? No, qué va, todo normal, como que te llamen «español de mierda».