Y ahora... ¡Gibraltar no es español!
El Gobierno del Peñón dice que cantar «¡Gibraltar español!» es ideología. Y Exteriores no replica. La españolidad de Gibraltar ha sido una política de Estado del Reino de España desde hace siglos. Pero Napoleonchu no considera que sea algo a lo que deba replicar, no se vayan a molestar los llanitos
Estoy desconcertado ante el prolongado silencio de nuestro añorado Napoleonchu. Tres días ya desde que las masas salieron a cantar «¡Gibraltar español!» y el ministro de Exteriores todavía no ha fijado posición. Intolerable. La flaca memoria del común hace que no recordemos que no hace dos meses Napoleonchu y David Cameron estaban negociando –con Gibraltar en pie de igualdad– un nuevo estatus para el Peñón dentro de la Unión Aduanera de la UE. Desde Exteriores se dijo reiteradamente que estaba prácticamente hecho –aunque sí admitieron, prudentemente, que nada está hecho hasta que todo está hecho. Y ya sabemos dónde estamos hoy.
Cameron está estrenando su escaño en la Cámara de los Lores y me dicen que puede aparecer por Lanzarote un día de estos a practicar surf, destino y deporte a los que es muy aficionado. Fue él el que cortó la negociación con Napoleonchu, porque los ingleses no estaban de acuerdo con las condiciones que el Gobierno español quería dar a su colonia. Pero de eso Exteriores no nos dijo nada. La negociación que estaba casi cerrada se volatilizó y después Rishi Sunak tuvo el detalle de anticipar elecciones –con el éxito conocido– y sobre Gibraltar, el sueño de los justos.
Que los españoles se lancen a la calle a celebrar la victoria sobre Inglaterra cantando «¡Gibraltar español!» me parece algo perfectamente natural. Un anglófilo como yo lleva esa espina clavada desde su infancia. Era una constante causa de enfrentamiento con mis compañeros de Downside, mi colegio benedictino cerca de Bath. Participé en un debate público sobre esa colonia en la Court of Earls, una de las sociedades de debate del colegio. Yo recuerdo haber empleado entre mis argumentos que, en su subconsciente, los ingleses sabían que Gibraltar es español y lo ponían de manifiesto en la librería del colegio donde el único libro de historia de Gibraltar estaba bajo la rúbrica de… «History of Spain». Perdí el debate, pero una semana después el libro fue movido a la rúbrica «History of the British Empire».
Gibraltar sigue siendo una causa de roce entre nuestros dos países. Todavía en 1981 los Reyes de España cancelaron su asistencia a la boda del hoy Rey Carlos III con Diana Spencer porque habían decidido embarcarse en el Brittania en Gibraltar. Los gobiernos socialistas, primero con Miguel Ángel Moratinos y ahora con Napoleonchu, han decidido dejar de tratar a Gibraltar como lo que es, una colonia, y escucharle como un igual.
La explicación de la ministra portavoz, Pilar Alegría, sobre su interpretación del «¡Gibraltar español!» de público y jugadores es humillante para España: «Los cánticos que se produjeron hay que enmarcarlos en el contexto en que se produjeron porque nadie puede tener la menor duda de que la política exterior española la establece el Gobierno». O sea, que el canto de «¡Gibraltar español!» no representa al Gobierno. Si el Gobierno se hubiera sentido cómodo con ese canto ¿se cree alguien que no hubiera salido el propio Sánchez a reivindicarlo? Cuando Alegría dice que hay que tomarlo en el contexto festivo en que se produjo, está diciendo que no se puede tomar en serio que los españoles reivindiquemos la españolidad de Gibraltar. Ya estamos a un paso de que Sánchez diga que Gibraltar no es español. Hemos llegado a que Gibraltar, una colonia británica, fundamentalmente una base militar y un turbio emporio financiero, se ha convertido a la vez en metrópoli de la Baja Andalucía con la más que sospechosa anuencia de las autoridades españolas.
Añadamos a esto que no parece que el Gobierno de la nación haya dado ninguna respuesta a que Gibraltar expresara el martes su malestar por un canto que describió como «rancio» (qué buen español hablan los gibraltareños) realizado por algunos jugadores exigiendo que no se emplee el deporte para «promover ninguna ideología». Y ahí hemos llegado a un punto de la máxima trascendencia. El Gobierno del Peñón dice que cantar «¡Gibraltar español!» es ideología. Y Exteriores no replica. La españolidad de Gibraltar ha sido una política de Estado del Reino de España desde hace siglos. Pero Napoleonchu no considera que sea algo a lo que deba replicar, no se vayan a molestar los llanitos. Pero resten ustedes tranquilos. El Gobierno español no replicará a Gibraltar porque Carles Puigdemont ya ha manifestado en X su solidaridad con Fabian Picardo. Las piezas encajan.