Bego y David lo tienen de los nervios
Qué zafiedad presentar medidas contra los medios que han aireado la corrupción de tu mujer justamente cuando a ella le toca declarar en el juzgado
Como decían nuestros ancestros con un suspiro, «esto se cuenta y no se cree». Un mandatario de ramalazo altivo y más bien chuleta se planta en el Parlamento de su país para presentar unas supuestas medidas contra los bulos, pero él mismo acaba soltando uno clamoroso. Un portento de esta categoría solo puede darse en Sanchistán, la nación de naciones plural y diversa, y ocurrió ayer mismo en la tribuna del Congreso.
Mi Persona, desabrido y pasado de rosca por los apuros en los juzgados de La famiglia, se lanzó a acusar a Feijóo y al PP gallego de haber «secuestrado» la edición de la novela Fariña, exitosa obra sobre el narco. El presidencial bulo fue de tal calibre que el propio autor del libro, Nacho Carretero, tuvo la honorabilidad de pincharlo de inmediato en Twitter: «Una aclaración: el PP no censuró Fariña, lo censuró una jueza». Bofetada dialéctica épica. Pero no pasa nada, porque impacta en un rostro de acero inoxidable.
El comportamiento del presidente no puede ser más zafio. Anuncia en el Parlamento una batería de medidas para coartar la libertad de los medios críticos, que han revelado las andanzas turbias de su mujer y su hermano, y lo hace dos días antes de que ella tenga que declarar ante el juez. Lo único que busca el mandatario es blindar a su Bego y David maniatando a los periódicos que han destapado sus posibles corruptelas. No hay más.
Sánchez llegó al poder en junio de 2018. Pero no se acordó de que existía un gravísimo problema con los «bulos» de la prensa española y con su financiación hasta mayo de 2024. ¡Ha tardado seis años en reparar en el tema que ahora requiere una batería de medidas! ¿Y cuándo se ha despertado? Pues justamente cuando se encuentra con su mujer imputada en el juzgado por un posible caso de corrupción y tráfico de influencias. Lo hace además al modo clásico de todo líder autoritario, empleando una jerga («plan para el fortalecimiento de la democracia»), que en la práctica consistirá exactamente en lo contrario, en restringir la democracia para proteger al Líder Supremo y su entorno familiar, partidista y amical.
No es de extrañar que Sánchez esté nervioso, que haga gala de una dialéctica dinamitera y faltona y que a ratos hasta se le escapen unas risas extemporáneas y anómalas (que de no tratarse de persona tan templada tal vez invitarían a departir con algún un especialista). En vísperas de presentar el plan para maniatar a los medios críticos, que es de lo que realmente va la cosa, se supo que Barrabés, el empresario amiguete de Begoña en la cátedra, había declarado ante el juez que visitó la Moncloa más de seis veces para departir con la seudo primera dama, dos de ellas en presencia de su marido, el presidente. Es un trato que no recibe empresario alguno de su nivel. Pero, además, a la misma hora en que Mi Persona lanzaba su gran soflama contra los bulos de «la fachosfera», saltaba la noticia de que la Complutense ha pedido al juez que investigue a Begoña Gómez por posible «apropiación indebida» del software de la Universidad, sospecha que ha surgido tras una investigación interna del centro público. Y como telón de fondo, por supuesto, la tocata y fuga del enigmático hermanísimo David Azagra, el trabajador invisible de la Diputación de Badajoz que tributa en Portugal.
Este artículo, u otros similares y mejores, podrían ser objeto de represalias si salen adelante los planes del adicto al bulo para acabar con los bulos. Nos vamos a jugar la libertad de expresión en medio del despiste de la canícula. Por fortuna, tanto Feijóo como Abascal le dieron ayer un buen repaso al líder del socialismo chavista español. Esperemos que la afición se vaya enterando y que la derecha deje de dar el espectáculo y se ponga al tema, que no es otro que intentar echar a quien ha devenido en un peligro público.