De rojo a facha
La Selección nacional de fútbol ha fundido todos los plomos de la extrema izquierda y del nacionalismo esta semana
La Selección nacional de fútbol ha fundido todos los plomos de la extrema izquierda y del nacionalismo esta semana. Y eso que en su día ya le cambiaron algunos el nombre y le pusieron eso de La Roja, para no molestarles precisamente a ellos, a los que no quieren que hablemos de la nación española. Pues ni así. Y eso que han intentado también convertirla en símbolo de una España supuestamente rechazada por la derecha, por su diversidad y multiculturalidad.
Pero he aquí que justamente después de sus grandes elogios a Mbappé por su compromiso, por pronunciarse «contra los extremismos», pensando naturalmente que eso no iba con ellos, llegó Carvajal y mostró su crítica gestual al presidente más radical y mentiroso de nuestra democracia. Y ahí se les fundió el primer plomo. Porque si el compromiso de Mbappé era progresista, éste tenía que ser facha. Con los más descerebrados atacando salvajemente a Carvajal varios días en las redes sociales, mientras los más ilustrados no saben dónde meterse.
Pero la cosa ha sido peor. Con lo de Lamine Yamal, que les ha fundido el segundo plomo. He aquí al chico que habían convertido en símbolo de la España de izquierdas haciendo exactamente la misma crítica gestual que Carvajal a Pedro Sánchez. Y qué decir del resto de la selección, con las caras más agrias que se han visto en mucho tiempo en una celebración institucional de un triunfo deportivo. Tercer plomo fundido para quienes habían rebautizado como La Roja a la selección nacional de fútbol. Y mira tú cómo nos lo agradecen, deben de estar pensando.
Pero todo puede ser peor, y lo fue. Faltaba la celebración, y cuarto plomo fundido. Marea de banderas nacionales, vivas a España de los jugadores y gritos de «Gibraltar es español», el colmo de lo facha. Hasta salió el feminismo más ultra criticando a Carvajal por quitarse la camiseta y calificándolo de «masculinidad frágil», inconscientes las pobres mujeres de que estaban llamando feminidad frágil a una buena parte de la estética femenina.
Y luego están los plomos fundidos de los nacionalistas, que han sido brutales. Los primeros, por las celebraciones en Cataluña y País Vasco, impresionantes si tenemos en cuenta la censura y persecución a la que siguen siendo sometidas. Y por el entusiasmo con los jugadores vascos y catalanes, que han sido, además, protagonistas en la Eurocopa. Cómo será la cosa que un grupo numeroso de jóvenes ha respondido en Eibar a las pintadas del nacionalismo extremista contra Oyarzabal, celebrando públicamente al jugador. Y eso es muy significativo, como bien sabe quien conoce el opresivo ambiente político de los pueblos vascos.
Y luego está lo de la diversidad según los nacionalistas. Ahí, el fundido es completo. Primero, sus supuestos símbolos contra la derecha, Nico y Lamine, les salen ranas. El primero ya dijo hace no mucho que su nivel de euskera era «cero», y ahora el segundo les hace un Carvajal saludando a Sánchez. Pero es peor cuando pretenden cuadrar su apoyo a Nico y Lamine con su abierto rechazo al resto de españoles. O eso de que queremos mucho a Nico y Lamine, vean qué progres somos, pero rechazamos al resto de españoles.
La quemada de fusibles ha afectado tanto a Rufián que soltó en el Congreso esta semana que la selección son «catalanes y vascos creando y rematando y españoles aprovechando». O sea, xenofobia antiespañola al cubo. No fue ni consciente de la barbaridad. Están a un paso de llamar facha a la roja.