Marioneta 24/7
Si es marido antes que Presidente 24/7, como nos hizo saber en su primera carta a la ciudadanía, podría abstenerse de contestar. Pero correría el riesgo de entrar como testigo y salir, cual rector de la Complutense, como imputado
Pedro Sánchez es presidente –a decir del instructor reconvertido en ministro, Fernando Grande Marlaska– veinticuatro horas al día, siete días a la semana. Si ése argumento es válido –a pesar de que hay discusión entre los juristas– el juez Peinado debería permitirle declarar por escrito. Ahora bien, en la medida en que su condición de jefe del Ejecutivo prevalezca sobre la de esposo, hasta el punto de anular su relación conyugal a efectos procesales, el testigo habrá de explicar qué interés pueden tener para el Gobierno los negocios de la señora Begoña Gómez y qué dádivas o contratos recibieron o qué peticiones le plantearon los señores Barrabés, Goyache o Doadrio, que, en sus visitas a la Moncloa, gozaron de un acceso privilegiado al presidente 24/7. No sería de recibo que, si le concedieran la gracia de declarar por escrito, en deferencia o por respeto al cargo que ostenta, el Sánchez Presidente 24/7 se escudara en la condición de esposo para no responder a las cuestiones que el juez le plantee.
Bien al contrario, si es marido antes que Presidente 24/7, como nos hizo saber en su primera carta a la ciudadanía, podría abstenerse de contestar. Pero correría el riesgo de entrar como testigo y salir, cual rector de la Complutense, como imputado. ¿Se acogería entonces al privilegio del aforamiento que sus socios de Podemos pretendían negar al Rey Juan Carlos? ¡Qué dilema!
En todo caso, la primera obligación del inquilino de la Moncloa será decir verdad, si no quiere incurrir en delito. Y me temo que, a estas alturas de su carrera política, ya debe resultarle harto complicado discernir entre lo falso y lo verdadero. Es innecesario relatar todas y cada una de sus mentiras burdamente retratadas como cambios de opinión porque siempre dejaremos alguna en el tintero. Fueron, son y serán todas las que hagan falta para seguir habitando en la Moncloa. Desconocemos si lo hace a pierna suelta, pero lo cierto es que lleva seis años durmiendo en palacio después de haber pactado con Iglesias y con Bildu, después de hacer la vida más llevadera y libre a sediciosos y etarras o de haber amnistiado al fugado que iba a traer a España para ponerlo a disposición de la Justicia. De momento, la única que se ha sentado ante el juez ha sido su mujer. Y le provocará migrañas o le dará noches en vela, pero que nadie espere que ese sea motivo para abandonar, por muchas misivas que firme amenazando con su deserción. Salvo que le resulte rentable hacerlo, por supuesto.
Él es Presidente 24/7 y pretende seguir siéndolo. El precio de la investidura tras el 23J era convertirse en la marioneta de los que realmente gobiernan. Por si quedaba alguna duda, en los últimos días ha quedado meridianamente claro: sólo prosperan las iniciativas parlamentarias de Puigdemont, Bildu o Rufián. No era un toma y daca, propio de las coaliciones, no era ni siquiera una geometría variable. Era un trágala. Sánchez lo sabía. Y no dudó en firmar. Todo con tal de que su señora pudiera seguir recibiendo en Moncloa.