«Un Gobierno que gobierna y una oposición que fabula». Con un par
Cuando Sánchez reitera y reitera que estamos ante «un Gobierno que gobierna y una oposición que fabula» no sólo se proclama en posesión de la verdad, sino que además considera a los que no nos sometemos a sus dictámenes como enemigos del bien común. Porque el bien lo encarna él.
Seguí íntegramente la intervención de Pedro Sánchez ante los medios de comunicación en el balance anual que suele hacer a final de julio. Me pareció espeluznante. Ya no sé si estamos ante un iluminado que se cree en posesión de la verdad o ante un descerebrado que no es consciente de la perversidad con la que juega contra todos nosotros. Los dictadores suelen ser más del segundo tipo, pero pueden también combinar ambos carcteres. Sánchez está tan lleno de sí mismo que no debe ser consciente de lo perturbado que está.
Cuando Pedro Sánchez reitera y reitera que estamos ante «un Gobierno que gobierna y una oposición que fabula» no sólo se proclama en posesión de la verdad, sino que además considera a los que no nos sometemos a sus dictámenes como enemigos del bien común. Porque el bien lo encarna él. Con un par.
Sánchez ha hecho este 31 de julio una enumeración de los logros de su Gobierno absolutamente inverosímiles. Las mentiras plagaban todo el discurso. Empezando –por poner un par de ejemplos– por los datos de empleo, donde todavía nadie ha sido capaz de contrastar los datos de los actuales «fijos discontinuos» con los anteriores «parados» de toda la vida o la fatua reivindicación que ha hecho su Gobierno de su supuesta acción para recuperar la vida del lince ibérico. Por qué será que esto del lince no se hace en cinco ni en diez años. Se ha hecho en 20 y fue un programa que puso en marcha ese conocido fascista y probablemente animalófobo José María Aznar. Pero ahora el mérito es de Sánchez, ¡ese hombre!
Sánchez admitió ayer unas pocas preguntas más de las que es habitual, pero aplicó otra receta ya caduca por conocida: no responder a nada. Hasta los periodistas se vieron obligados a reiterar sus cuestiones advirtiendo que no había respondido a sus colegas y Sánchez, con el desparpajo de los autoritarios decía que él responde lo que le parece («Creo haber contestado ya…»).
Un caso especialmente relevante fue la reiterada petición de que explicase el porqué de un concierto económico con Cataluña que antes era inaceptable y ahora es «bueno para Cataluña y bueno para España». Hasta tres veces le preguntaron y ninguna contestó. Da igual porque lo único bueno para España es lo que resulta bueno para su persona. Hasta ahí hemos caído.
Para mí lo más importante de la conferencia de prensa de Sánchez este 31 de julio no fue nada de lo que dijo, sino la actitud tras sus palabras. El grado de prepotencia, superioridad y absoluto convencimiento nos ha de hacer entender dónde estamos. Y viendo actuaciones y actitudes así creo que es fácil comprender por qué algunos estamos convencidos de que este tipo se saltará el Muro de Berlín si es necesario con tal de seguir encarnando el poder. Lo único importante es él. Arrieritos somos…