«¡Gibraltar español!»: a ver quién me sanciona
Y, ahora, en lugar de tener lo que hay que tener para defender a dos futbolistas españoles, donde sea y con los instrumentos diplomáticos que sea, el Gobierno de Sánchez no mueve un dedo en la UEFA para reivindicar que clamar que «¡Gibraltar es español!» es perfectamente legítimo
Ya sé que hoy debería escribir un artículo sobre Puigdemont entrando en España, pero me rebelo. No quiero hacerlo. Creo que hay otras cosas que pueden parecer anécdotas, por me parece que no lo son.
Les juro que a mí el deporte como espectáculo o sentimiento me importa bien poco. Tengo confesado que fui socio del Rácing de Santander hasta los 14 años y apenas veo más partidos que los de las grandes finales de la selección nacional o las del Real Madrid. Y no saben lo feliz que soy así. Pero sí me importan, y mucho, algunas otras cosas que acompañan al fútbol y, en especial, al sentir patrio que acompaña a los partidos.
Se ha hablado mucho en estos días de Juegos Olímpicos de la tergiversación que ha acompañado a nuestras selecciones, a las que con tanta frecuencia se da un nombre para evitar referirse a ellas, simplemente, como España. Esta es una costumbre que se inventaron en La Sexta para llamar a la Selección española de fútbol «la roja» y que luego se ha prodigado en otras selecciones de diversas especialidades y con diferentes nombres de los que no quiero hacer publicidad. Pero ha llegado hasta el jockey, donde no creo que sean las masas las que les han buscado un nombre diferente a nuestros seleccionados.
Yo comprendo que no es responsabilidad del Gobierno de la nación interferir en la libertad de expresión de los medios que quieren llamar con otro nombre a España. Y aunque discrepo con el resultado de esa libertad, lo respeto. Pero lo que no puedo comprender de ninguna manera es que este Gobierno no haya movido ni un dedo para defender a los dos futbolistas de la selección que celebraron en la Plaza de Cibeles la victoria de España sobre Inglaterra clamando que Gibraltar es español. ¿Ya no cree el Gobierno de España que esa es una reivindicación esencial de nuestra política de Estado? Sabemos ahora que dos jugadores de la selección que gritaron que Gibraltar es español, Álvaro Morata y Rodri Hernández, van a ser sancionados con un partido sin poder jugar con la selección y que probablemente podrán quitarse de encima esas sanciones en partidos menores contra Serbia y Suiza. Mejor si es así. Pero esa no es la cuestión de fondo.
La reivindicación de Gibraltar como colonia que debe ser devuelta a España data del siglo XVIII. Ha sido una constante política de Estado. Y ahora descubrimos por primera vez que tenemos un Gobierno que no está dispuesto a mover un dedo por ella. Nuestro nunca bien ponderado Napoleonchu, que funge a ratos como ministro de Asuntos Exteriores y la mayor parte del tiempo como basurero del presidente del Gobierno, acaba de fracasar en su intento de llegar a un nuevo acuerdo con los británicos sobre Gibraltar porque era tan bueno para los llanitos que hasta el hace unas semanas secretario del Foreign Office, David Cameron, ex primer ministro de Su Majestad británica, salió corriendo por las implicaciones que el abandono de Napoleonchu hubiera tenido para el Reino Unido. En esas manos estamos.
Y, ahora, en lugar de tener lo que hay que tener para defender a dos futbolistas españoles, donde sea y con los instrumentos diplomáticos que sea, el Gobierno de Sánchez no mueve un dedo en la UEFA para reivindicar que clamar que «¡Gibraltar es español!» es perfectamente legítimo en cualquier manifestación, fiesta popular, boda, bautizo, comunión o juerga de desarrapados toxicómanos o LGTBI’s desarrapados -comprendo que ya sería raro, pero admitamos la teoría del caso. ¿O es que en la fiesta de la boda de un futbolista ganador de la Eurocopa le sancionarían también por cantar que Gibraltar es español? Pues en la fiesta de Cibeles, en la plaza frente al Ayuntamiento de Madrid, yo he visto fotos del alcalde Martínez-Almeida celebrando al lado de la Infanta Elena con euforia. ¿Ha investigado este inquisitivo Gobierno si también ellos lanzaron el intolerable grito de «Gibraltar español»? Yo no quiero lanzar falsas acusaciones, pero me perdonarán ambas personalidades si digo que me parece que lo suyo pinta francamente mal. Y en cuanto el Gobierno necesite distraer la atención un rato, busca la forma de perseguir a Almeida y a la Infanta. Y empezamos a ver en los medios de la Selección Nacional de Opinión Sincronizada largos debates sobre si clamar «¡Gibraltar español!» es un grito franquista que atenta contra la Ley de Memoria Democrática. Y que se preparen Morata y Hernández. También pueden acabar sancionados en los tribunales españoles. No paramos de mejorar.