Esto ya no va de gobernar sino de resistir
El trabajo periodístico de David Alandete comenzó en 2014 siendo director adjunto del diario El País y en el mismo también recoge las injerencias de Pedro Sánchez para laminar al equipo directivo del diario, algo más propio de un dictador, de un sátrapa, que de un dirigente político democrático
Si hay alguien que aún alberga dudas sobre la catadura moral de Sánchez, su escaso o nulo respeto por las formas en democracia y por la división de poderes incluido el cuarto poder, la prensa, además de lo mal que encaja la crítica o que le lleven la contraria, no hay más que leer el libro «La Trama Rusa» del periodista David Alandete, corresponsal de ABC, Cope y Trece en Estados Unidos, para comprobar que ya antes de llegar a la secretaría general del PSOE y al Gobierno mediante aquella forzada moción de censura que el PNV posibilitó después de venderse al mentiroso postor, tenía una acreditada y peligrosa vocación iliberal y autocrática, ahora exhibida con desparpajo e insolencia desde la Moncloa.
«La Trama Rusa» es un extraordinario trabajo de investigación sobre la alianza tejida por el independentismo catalán y la Rusia de Putin mediante los contactos de Puigdemont y sus socios con emisarios del Kremlin que ofrecieron dinero y soldados para apoyar la independencia y desestabilizar a España y a la Unión Europea. Todo ello, es sabido, forma parte de la investigación judicial del magistrado Joaquín Aguirre, receptor de inquietantes amenazas, y del Tribunal Supremo.
El trabajo periodístico de David Alandete comenzó en 2014 siendo director adjunto del diario El País y en el mismo también recoge las injerencias de Pedro Sánchez para laminar al equipo directivo del diario, algo más propio de un dictador, de un sátrapa, que de un dirigente político democrático. Cuenta Alandete que Sánchez, un impostor de manual indetectable por entonces, se personó en la sede del diario para explicar su candidatura a la secretaria general del PSOE mientras se definía como una «persona cabal, de centro, urdidor de consensos» y partidario de recuperar la socialdemocracia «felipista» frente a la radicalidad del 'zapaterismo'.
Es el mismo Sánchez que ahora, hace unos meses, llamaba a los directivos de empresas del Ibex para pedirles que no dieran un euro a la fundación que dirige Felipe González en represalia por las críticas del expresidente y exmandatario socialista contra la amnistía y sus continuas cesiones al independentismo a cambio de su continuidad en la Moncloa.
Es el mismo político truhan y mentiroso que en aquel encuentro en El País criticó a Rajoy por permitir el simulacro de referéndum de 2014 que él, dijo, jamás habría consentido.
Es el mismo Sánchez, incoherente, sin escrúpulos, carente de principios e iracundo que, cuenta Alandete, siendo ya líder del PSOE, le llamó de malos modos exigiéndole que cambiara un titular que era cierto, («El PSOE tolera la cadena perpetua para salvar el pacto antiterrorista con el PP»), después de haberse declarado un firme defensor de la libertad e independencia de la prensa. Cuando Alandete se negó a rectificar el titular, elevó el tono y le dijo a gritos que iba a llamar a sus jefes, cosa que hizo, para que lo cambiaran.
Revela asimismo David Alandete que dos años después, todavía en la oposición, Sánchez admitió que se reunió con el entonces consejero delegado de Telefónica, Álvarez-Pallete, para exigirle un cambio, favorable a sus intereses, en la línea editorial de El País, toda vez que la compañía era propietaria del 13 por ciento de las acciones del diario.
La obsesión por el control de El País no paró hasta conseguir, nada más pisar la Moncloa, cuenta Alandete , echar a Antonio Caño de la dirección del periódico siete días después de ganar la moción contra Rajoy y tras reunirse con el inversor Oughourlian y Manuel Mirat, nuevo presidente del periódico.
Ábalos, su máximo hombre de confianza por entonces y ministro de Transportes a continuación, siempre locuaz y desahogado, se encargó de airear entre periodistas, en TVE, que «pronto habría una limpia en El País y que aquello ya estaba decidido». Dicho y hecho. Días después, toda la cúpula periodística, incluido Alandete, era despedida.
Un tipo rencoroso, resentido y vengativo como Sánchez consiguió el control del periódico cuyo editorial en 2016, escrito tras ser expulsado de la dirección socialista por los suyos por bloquear la gobernabilidad de España y negarse a asumir su derrota en las urnas, fue premonitorio del futuro: «Sánchez ha resultado no ser un dirigente cabal, sino un insensato sin escrúpulos que no duda en destruir el partido que con tanto desacierto ha dirigido, antes que reconocer su enorme fracaso». ¿Les suena, verdad? Cambien la destrucción del partido por España y el control de El País por todas las instituciones y organismos públicos colonizados y asaltados de forma partidista desde que está en la Moncloa y concluiremos que el mismo «insensato sin escrúpulos de 2016» sigue comportándose como tal mientras cumple a rajatabla su autocrática hoja de ruta.
Incluso repitiendo estrategias como la de adelantar el Congreso del PSOE a noviembre con el mismo propósito y objetivo que el diario que ahora controla, le criticó en aquel editorial del futuro escrito en 2016: «Pero la gota que sin duda ha colmado el vaso ha sido la decisión de adelantar el congreso del partido con el exclusivo fin de hacerse reelegir y blindarse frente a una segura derrota en unas próximas elecciones».
En 2024, según las encuestas serias, no las sesgadas del desvergonzado caradura e insolente 'sanchista', Tezanos, que dirige el CIS con descrédito y desprestigio rayano en el bochorno, Sánchez también sería derrotado en las urnas por Feijóo.
Por ello no se atreve a adelantar las elecciones aunque siga sin Presupuestos, sin el apoyo del Congreso para aprobar leyes y dependiendo de los sacamantecas separatistas y de la aprobación de un concierto económico para Cataluña, claramente anticonstitucional, que de materializarse supondría el fin de la solidaridad interregional y de la igualdad entre españoles.
Sánchez está en el gobierno sin un proyecto político medianamente serio, que no es lo mismo que gobernar, y el objetivo que se ha fijado es el de encastillarse en la Moncloa y resistir entreteniendo los días con ocurrencias y simplezas como la de subvencionar con 40 millones de euros la compra de bicicletas.
Bolaños admite la debilidad del gobierno y reconoce que el nombramiento de afines y conmilitones socialistas al frente de instituciones y organismos que debieran ser independientes, neutrales e imparciales, es, precisamente, para que este gobierno, que suma ya 40 derrotas parlamentarias, resista y se garantice los próximos tres años de legislatura.
Eso sí, todos los nombrados, según Bolaños, son «personas progresistas de prestigio» y es sabido que en la España 'sanchista' los 'progresistas' están legitimados para cometer todo tipo de tropelías y desmanes por más zopencos e incompetentes que resulten. La otra condición es que sean sectarios, serviles y esclavos de Sánchez.