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Al bate y sin guanteZoé Valdés

San Chi El Chino

Compite con el Tío Ho, como nos obligaron a llamar a los niños cubanos al vietnamita líder revolucionario comunista Ho Chi Minh

Hace dos semanas era ‘Escisión’ El Africano, ahora resulta que se ha convertido al «chinismo» que es ir cinco barras más por delante que el cinismo, y eso que cínico es ya un burujón. Compite con el Tío Ho, como nos obligaron a llamar a los niños cubanos al vietnamita líder revolucionario comunista Ho Chi Minh; ha retornado luciendo ojos más rasgados y algunos moretones encima de los párpados, seguramente provocados por los cariñosos aplausos que en el careto le ha propinado el gran hegemonista Xi. Recuerden que China es la Gran Hegemonista y Cuba es denominada por los narras el Pequeño Gran Hegemonista.

¡Qué nomble tan españolerdo, homble, cámbieselo pol San Chi Po, que suena más chinoeManila, jodel! -Exclamó Xi mientras le palmeaba el trasero.

Y, San Chi Po El Chino a obedecer. Cuentan que hasta ha empezado a aprender el mandarín antiguo, aunque todavía no consigue pronunciar bien el euskera, ni siquiera lo entiende, tal como le han exigido sus matosocios a punta de chantaje. El resultado es que recién España ha sido depositada en manos de China, hace dos semanas se la colocó en bandeja a África, de donde llegó presumiendo de ñata (como la mía, ojo, que también puede ser muy chinolis); porque este mequetrefe va regalando trozos del país con tal de que no lo remuevan del trono imaginario en el que se ha atornillado.

San Chi Po, al igual que Castro I en su momento, ha traído una nueva ilusión a los progres españoles, sus pobres votontos, de los que se ríe con frecuencia a mandíbula batiente, lo que como habrán observado también hace Xi Jinping en un gesto plácido, oriental, sublimemente pacifista, entonces ha manifestado que la «bicicleta no es progre». No, qué va, no compay, lamborghinis aparte la bicicleta puede ser incluso muy anti progre; pues no constituye para nada una acción progresista que al pedalear se revienten las almorranas o el hígado o, como a mí, que recién parida en aquella Habana destartalada y ‘destortolada’ tuve que regresar a casa con el bebé dentro de la mochila a puro pedaleo bajo un sol que le retraqueteaba el mango; tanto, que se me rajaron los seis puntos desde la vulva al ano, entré en la sala ensangrentada después de haber subido la bici cuatro pisos, y sin poder regresar al hospital, cundido de pulgas y cucarachas. ¡Qué dices, nooooo, eso no nos pasará nunca a los españoles, digo, a los sinoafroespañoles ahora tan afrochinos que les tocará ir en bicicleta y escupiendo para los lados contra sus vecinos de implacable pedaleo! Porque si algo tiene el votonto progre es la pasmosa docilidad con la que acata órdenes, herencia seguramente de los cagonios, ex cubanos.

Me comenta un amigo hace unos días, tus columnas son muy fuertes, por favor, no cuentes más las cosas que te han pasado, pues pareciera que te ha sucedido de todo. Es que eso tiene el social-comunismo, te sucede de todo, todo es malo, y nadie te salva de lo cari-acontecido. Es la razón por la que siempre subrayo eso de: «recuerden que sólo tenemos una vida». No vale la pena echarla a perder al votar equivocado por un engreído que clama que es socialista, cuando en verdad es sociolisto, o sea comunista. Además, como si ser socialista sirviera para redención alguna.

¿Y qué es un comunista? Un millonario con el dinero ajeno, el tuyo, el de los tuyos. Un ricachón producto de la corruptela, eso es San Chi Po El Chino, quien se desplaza en Falcon desde la cama al baño, eso sí, fingiendo que pedalea porque lo que no podemos negar ‘hamás’ es que va de solidario. En Cuba había un chiste que contaba: «Define al comunismo en pocas palabras, el otro respondía: ‘Jamás jamarás (jamar = comer) jamón’.» Risas hambrientas. Si se sustituye la jota por la hache también describiría al sinosocialcomunismoislámico que le aguarda a España. ‘Hamas hamarás hamón’.

Lo cierto es que aquí seguimos, expectantes ante las futuras visitas que haga San Chi Po El Chino, ex ‘Escisión’ El Africano; quién sabe si volverá con un gorro leninista del invierno siberiano cual corona encajada en su cabeza encanecida (el poder envejece, miren a Obama) y nos propondrá que como en la película Bananas de Woody Allen vistamos la ropa interior por encima de la exterior; o tal vez con una granada en la mano, pintado con salsa de tomate imitación sangre, nos contará que estuvo en Pallywood, digo, en Gaza, y tendremos que rezar el Corán al revés, o sea al derecho, de arriba hacia abajo y a la inversa, después de haber llevado a cabo la Cruzada contra todas las cruces cristianas… Del viaje a Cuba, de su encuentro con Castro II y su hijo El Bizco –entrenado por Putin– ni hablo, aunque valdría le pena evocar que por ahí empezó el periplo y alfabetización integral comunista de San Chi Po El Chino. Desde entonces la deriva española avanza al compás del «desmerengamiento» castrista.