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Perro come perroAntonio R. Naranjo

Merecido premio de Hathaway a Pedro

Todas y todos debemos estar emocionados por el galardón al hombre que mejor trata a las mujeres, por lo menos a la suya

Pedro Sánchez recibirá en unos días, en Nueva York, un premio por sus «políticas de igualdad», concedido por la sección femenina de la ONU y entregado, para darle más brillo, por Anne Hathaway, actriz y partidaria de la «cláusula de inclusividad», ideada en un rapto de genialidad para que las películas incluyan en sus repartos una representación racial, sexual y de género que refleje la variedad del mundo.

No ha resuelto aún el dilema de cómo introducir un peluquero negro y gay en una película de vikingos o una ecuatoriana de género fluido en una japonesa de ninjas, pero su talento acabará resolviendo la duda en breve, quizá tras el contacto personal con el inspirador presidente igualitario.

Las malas lenguas aseguran que en el galardón quizá haya podido influir la circunstancia de que el Gobierno de España, antes con Zapatero y ahora Sánchez, es uno de los grandes patrocinadores de la ONU y en especial de su sección para, por, según, sin y sobre mujeres, pero hay que ser muy bellaco para creerse ese bulo de la Internacional Ultraderechista.

Nadie decente puede suscribir la idea de que hay la más mínima relación entre soltarle millón tras millón a una organización, tener o haber tenido allí trabajando, en lugares tan ingratos como Nueva York, a compañeros del partido y recibir de todos ellos un galardón que hoy será por la igualdad, pero mañana bien podría ser por la inclusividad y pasado por la sostenibilidad.

Que méritos transformadores y competitivos no faltan precisamente en casa de los Sánchez, donde cada mañana se levanta y acuesta una pareja modélica pensando en nuevas maneras de salvar el planeta, preservar al pingüino de Humboldt y cambiarlo todo.

Y al lado de esos valores, ¿qué más da que su concreción en la vida cotidiana de ellas sea o no positiva? ¿Acaso importa que el bienestar femenino, la violencia de género, las agresiones sexuales o el trabajo hayan empeorado con el Gobierno más progresista y feminista de la historia? ¿Qué son todas esas cifras horrorosas al lado de un compromiso personal con todos y todas?

España ha perdido, desde que tuvo la fortuna de investir a Sánchez, 22 posiciones en el Índice de Mujeres, Paz y Seguridad elaborado por la Universidad de Georgetown, a pesar de haber aumentado en ese tiempo un 217 % el presupuesto dedicado a las «políticas de igualdad».

De momento, la cruzada no ha rendido efectos y, con los fríos datos en la mano, podría decirse que a las mujeres españolas les va peor con Sánchez que sin él.

Pero eso es fango, porque lo importante ya está hecho: en los Consejos de Administración del IBEX hay más mujeres, El País lo dirige una señora en lugar del fascista Caño, el sexo sentido ya está regulado para todos esos barbudos autopercibidos Manoli, la ONU femenina tiene recursos y a Anna de embajadora y fíjense si Pedro tiene un gran compromiso con las churris que a la suya no le falta de nada.