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LiberalidadesJuan Carlos Girauta

El dopado de la tele

Ponen a competir con mi dinero al merluzo apadrinado por Pallete, pero esta vez en la tele pública, que también pago yo. De entrada ofenderá y se ciscará en todo aquello que pueda tener valor para la media España a la que pertenezco

El duelo de titanes televisivos que llena las páginas y acapara las ondas me traería sin cuidado, como el resto de informaciones y opiniones superfluas, baladíes. Si no fuera porque uno de los titanes está dopado con mi dinero. Así que más que titán es un titín, un tití pequeño. Hay que ser muy pequeño para ser un tití pequeño. De la naturaleza de sus bromitas, comentarios y preguntas a los invitados, de su tosquedad y lentitud razonadora, y en general de su carácter absolutamente prescindible, casi todo lo sé de oídas. Sé que mintió sobre la cronología de una broma siniestra que habría bastado para que lo echaran de manera fulminante de Movistar, o de Telefónica, o de como se llame ahora el penúltimo pastel del sanchismo.

Por cierto, el muy conservador (según me cuentan) presidente de la multinacional española es en definitiva el responsable directo de emitir durante años la basura del monito. ¿Por qué? ¿Por qué promover un programa dirigido a zaherir al prójimo? ¿Por qué nunca ha dado cabida, al menos, a un programa opuesto para que todos podamos reírnos de todos? ¿Sabrá el menguante presidente de la multinacional que el hipotético programa especular solo podría ser mejor —y por tanto más eficaz— que el ínfimo producto que llegó a identificar con su marca? ¿Qué beneficios esperaba de ello? ¿Qué cobardías no aquejan al Ibex? Al final tienen lo que se han ganado. Sigan apostando por el wokismo más lerdo e insultante, sigan cerrando el paso a programas sospechosos de llevar la contraria a los medios mainstream. Que les está yendo muy bien, y mejor les irá. Hala.

Desde hace años resultaba imposible entrar en la plataforma privada de esa empresa tan oscuramente privatizada sin encontrarse la cara del titín. Quieres ver una serie que solo dan ahí, y zas, la cara del titín. Buscas el programa Horizonte que te perdiste (una feliz excepción en la avalancha del pensamiento único) y zas, la cara del titín. Ello me obligaba de inmediato a saltar, por puro repelús, a cualquier otra plataforma libre de televisión, solo con películas y series. Ponen a competir con mi dinero al merluzo apadrinado por Pallete, pero esta vez en la tele pública, que también pago yo. De entrada ofenderá y se ciscará en todo aquello que pueda tener valor para la media España a la que pertenezco. Todo para torcer la voluntad del mercado, que veía a Motos sin necesidad de esteroides públicos. Y ahí está. Un gañancete con léxico adolescente y el humor en el bulo. Diríase extraído al azar entre la masa zombi de una discoteca metropolitana. Llama por lo visto la atención (la suficiente para que el inconcebible espectador no cambie de canal) preguntando ritualmente a sus invitados cuánto dinero tienen y cuánto practican el sexo. La única respuesta decorosa es mirarlo fijamente, levantarse y abandonar el plató. Sin embargo, en este caso los invitados saben dónde se meten. Y acuden dóciles.