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VertebralMariona Gumpert

Nada que celebrar

El PP es el PSOE con unos años de retraso. En Europa, de hecho, gobiernan juntos. Menos corrupción, mejor gestión, eso sí

Ayer fue el día del «nada que celebrar». Estuve de boda, fíjense cómo me tomé lo de estar contrita en casa, fustigándome con una vara de oliva por lo que mis antepasados no hicieron. La novia, Pilar, tiene 24 años: ¡aún quedan valientes! ¡Todo que celebrar! Le pregunté si había escogido la fecha por ser el día de su Santa Patrona (es muy piadosa ella). Negativa. ¿Es para que vuestro aniversario sea siempre festivo? Nanay. ¿Porque era el único día en que vuestra iglesia favorita tenía hueco? «No. ¡Nos casamos hoy porque es la fiesta nacional!». Todo que celebrar.

Gracias a Dios, en los últimos años ha habido un esfuerzo ingente por desmontar la famosa leyenda negra; no les aburriré con más datos y argumentos sobre la labor de España en América. Quizá podría comentar en qué sentido nos quedamos cortos. En México, por ejemplo, no tienen persianas. Al menos no de las que se construyen dentro de la pared. Prueben a vivir sin este maravilloso invento a 40º en verano o cuando les ataque una migraña. Ahora bien, las casas en México al menos sí son de hormigón. Sólidas. Todo que celebrar.

A usted que me lee, no sé, ¿desde Toledo? Debe de estar pareciéndole absurda esta perorata. No ha padecido un huracán en su vida, al menos no en Castilla. Pero tiene conexión a internet e imagino que habrá visto los efectos de Milton. Y no habrá sido el primero del que haya tenido noticia en su vida. Me enteré de lo que era un tornado de niña, con el «Mago de Oz». Recuerdo esa casa de madera flotando en mitad de una ventolera, la cara de culpabilidad de Dorothy al comprobar que su hogar había aterrizado encima de una bruja. Cosas que ocurren en los cuentos, me dije. Vivía en un edificio de diez plantas, pero no me resultaban desconocidas las casas unifamiliares. Uno de mis pasatiempos de fin de semana era meterme en este tipo de viviendas cuando aún estaban en construcción y observar el proceso. No había que ser muy brillante para saber que eso no podía salir volando ni de broma.

El mago de Oz es una película antigua, en algún momento pensé que lo de las viviendas de madera sería rescoldo de un pasado dejado atrás por el progreso. Es comprensible que en EE. UU. construyeran con madera por inercia, por la tradición y necesidades de quienes —ellos sí— colonizarondichas tierras. El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Madera, en este caso. Escoger el número dos es una forma generosa de hablar, por supuesto, el 90 % de las casas siguen construyéndose allá con el mismo material. ¿Por qué?, nos preguntamos atónitos. Ah, qué poco caló en nosotros aquello de ser capaces de ver la paja en ojo ajeno y no ver la viga en el nuestro.

Desde fuera resulta sencillo observar un patrón fallido que se repite una y otra vez. Construcción con madera. Tornado, huracán o terremoto. Muerte y destrucción. Vuelta a la casilla de salida. ¿Están ciegos los estadounidenses? ¿Y nosotros? Por supuesto que lo estamos. Todas las mafias y corruptelas del PSOE han hecho erupción de golpe, salpicando por doquier. El magma comienza a deslizarse, amenazante. ¡Hasta El País y adláteres se hacen cierto eco!

Está por ver que esto sea el principio del fin. En todo caso, estamos en el momento tornado, muerte y destrucción. A mí me gusta ir un par de capítulos por delante y ya veo la reconstrucción. Conocer el pasado sirve para anticipar el futuro, un futuro trufado de casas de madera. Paisaje de hogares hechos de pino y cedro que ondeará, orgulloso, el PP. Nada de cambios, no alteremos la gran industria maderera. El PP es el PSOE con unos años de retraso. En Europa, de hecho, gobiernan juntos. Menos corrupción, mejor gestión, eso sí. Pero no olvidemos que Feijoo no ha dejado de tender la mano una y otra vez a Sánchez. Se nos tachaba de ultras a quienes no dejamos nunca de decir que al PSOE ni los buenos días. Ahora que vuela todo por los aires sí toca estar enfadado sin que por ello te llamen radical. Será en vano: volveremos a construir con madera. Nada que celebrar.