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HorizonteRamón Pérez-Maura

Pérez de los Cobos

Como el magistrado Fernando Grande-Marlaska, que funge como ministro del Interior, tiene el sentido de la Justicia donde ustedes pueden imaginarse, le ha impedido el ascenso al generalato, al que Pérez de los Cobos tenía todo el derecho

Creo que he saludado dos veces en mi vida al coronel Diego Pérez de los Cobos y he hablado con él por teléfono dos o tres veces. Siempre ha demostrado ser un fiel servidor de la Ley, procurando facilitar a su interlocutor lo que necesita. Jamás torciendo las normas ni un ápice. En junio de 2022, por medio de un amigo común, pedía su ayuda para subir a un avión una reproducción museística, cegada, de las pistolas de Blas de Lezo. Era un regalo personal mío al Museo Naval de Cartagena de Indias. Ante el temor a que si iban facturadas se perdieran en la escala de Bogotá, le pedí ayuda para poder llevarlas en cabina. Como armas, aquellas pistolas cegadas tenían la misma utilidad que un palo de hockey y no creo que a nadie se le pueda negar volar con un stick de ese deporte. Las pistolas acabaron en bodega. Y el coronel Pérez de los Cobos, entonces marginado en la Intervención de Armas de Madrid, tuvo la amabilidad de ayudarme a tramitar las guías de las armas de fuego, porque, aunque no se lo crean, unas pistolas cegadas necesitan una guía de armas exactamente igual que el rifle que me llevo cuando voy a cazar a África. Aunque las lleve en la bodega del avión.

Este hombre, servidor ejemplar de todos los españoles, ha visto su carrera cercenada por la vileza de un ministro que no es capaz de respetar el bien común. Fernando Grande-Marlaska es un ministro que en ningún momento ha servido al interés general. Su prioridad ha sido sectorial. Y entre los sectores a los que ha servido no ha estado en ningún momento el conjunto de la Guardia Civil ni los cuerpos de Seguridad del Estado en su conjunto. Siempre ha estado favoreciendo entre ellos a los que primaban los intereses del ministro sobre los del conjunto de los españoles.

En los últimos meses hemos tenido otro ejemplo muy claro de ese uso perverso que ha hecho Marlaska de sus facultades como ministro con la injustificada detención de Nacho Cano con el único fin de hacerle un retrato en comisaría, como si fuera un vulgar delincuente. Grande-Marlaska tiene comisarios dispuestos a prestar esos servicios. Pero Diego Pérez de los Cobos no es de esa gente.

En la progresiva ocupación de las instituciones que está haciendo el sanchismo, hemos visto cómo dentro de la Policía han tomado el control de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) que en otro tiempo era un organismo que atemorizaba a muchos (¿Recuerdan el «¿Qué coño es eso de la UDEF?» de Jordi Pujol?). Pues la UDEF hoy está desaparecida, porque los jueces ya no se fían de ella y prefieren pasar la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil. ¿Y por qué será eso?

Eso es por que hombres como el coronel Pérez de los Cobos, que no estaba en la UCO, pero sí al frente de la Comandancia de Madrid, cumplió su mandato como policía judicial y se negó a dar al Gobierno una información de la que querían hacer un uso político. Fue destituido por ello. Pero como en España todavía hay Justicia, ésta le devolvió su puesto. Y como el magistrado Fernando Grande-Marlaska, que funge como ministro del Interior, tiene el sentido de la Justicia donde ustedes pueden imaginarse, le ha impedido el ascenso al generalato, al que Pérez de los Cobos tenía todo el derecho. Y eso tiene graves consecuencias económicas, porque le obliga a jubilarse con 61 años y el empleo de coronel.

Así paga este Gobierno a nuestros héroes. Yo sólo puedo decir que soy un ciudadano de a pie que quiere decir «Gracias, mi coronel».