El pitorreo del fiscal García
Que sea público y notorio cómo ha llevado al extremo su desprecio al sistema democrático, al Poder Judicial en el que su cargo se inserta, al resto de poderes del Estado y al mundo en general, salvándose solo a sí mismo
Hay un punto de burla interesante en el comunicado del fiscal general. Burla que se extiende a instituciones y personas, a asociaciones profesionales y medios de comunicación. Una burla a España en su conjunto y también a los valores en los que la UE dice fundarse y debería fundarse. ¿Cómo puede ser una burla interesante? De muchos modos, y esta los abarca casi todos. Este fiscal general solo lo es «del Estado» nominalmente. Es probable que nunca haya pensado en el Estado hasta ayer, en el momento de proceder a la rechifla, que en efecto alcanza –entre otros entes– al conjunto de las instituciones públicas, como ha quedado dicho. La cuchufleta, los dos palmos de narices a todo y a todos por parte del 1 de la Fiscalía reside, sobre todo, en un exhibicionismo del abuso, en la voluntad de recochineo, pero, sobre todo, de que su sobrada conste. Que sea público y notorio cómo ha llevado al extremo su desprecio al sistema democrático, al poder Judicial en el que su cargo se inserta, al resto de poderes del Estado y al mundo en general, salvándose solo a sí mismo.
Por eso esa burla es interesante. Porque pocas veces son tan redondas, tan completas y tan ambiciosas. Aquí hay un proceso cumplido de chanza, un apego al choteo como ley verdadera, como genuina pauta de conducta de García. Un permanente rictus en García nos anunciaba desde el primer momento su verdadera vocación, su destino. García nació para la chirigota, para la mofa y la befa. Sus antiguos conocidos podrían referir anécdotas lejanas, impresiones que enriquezcan el cuadro que necesitamos, porque esto tiene un interés ya múltiple: ético y estético, jurídico y político, narrativo y antropológico, trágico y cómico, ontológico y escatológico en su peor acepción. Hay que diseccionar el documento de García, la guasa global a la que ha estampado su firma a modo de copyright, para que otros cómicos y déspotas imitadores no se lleven la fama en el futuro.
No cabe duda de que García nació con el gen del abuso, con esa rara voz de la conciencia del depredador, que repite: «Pudiendo aprovecharme yo de esto, ¿por qué no iba a hacerlo?» Es la conciencia averiada frente a la conciencia habitual. Ahora sabemos qué le ha impedido llegar a ser el 1 de una dictadura: su propensión a la chufa. Maduro va a las elecciones amenazando con mucha sangre si no gana él. Pierde y, en efecto, la sangre se vierte. No hay matices, hay puro argumento ad baculum. García no podría hacerlo; en vez de amenazar a lo bestia se habría puesto guasón: «¡Voy a perder yo pronto!» Enlazando con una risa aguda y enfermiza. Por eso García solo puede ser un 2 o un 3. Porque no ha podido evitar decir en el escrito que su condición de investigado obliga a reflexionar sobre toda la Justicia española (ja) y que dada la repercusión política seguirá en el puesto (ji). Cachondo.