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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

El documental de Peter, Edición Premium

A fin de completar la oda audiovisual al Gran Timonel procedemos a añadir algunas interesantes escenas que faltan

Les voy a contar un cuento. Vamos a imaginar que un magnate francés de origen armenio, cuya firma principal es un fondo radicado en Londres, se hace con un periódico pro socialista español lastrado por una deuda casi ingobernable. En el accionariado de ese diario de izquierdas hay también capital plutocrático mexicano y catarí. ¿Qué interés pueden tener todos esos súper capitalistas globales en una cabecera de crédito menguante, izquierdista y empufada hasta las orejas?

El truco estriba en que el periódico es en realidad lo de menos. Solo opera como un instrumento de adulación absoluta para que el mandatario populista que gobierna ese país te abra la puerta en negocios controlados por el Estado, en los que sí se puede ganar un pastizal (como por ejemplo, en la multinacional todavía tutelada por el Estado que va a convertirse en el embrión del gran grupo español de defensa).

La pela es la pela. Así que esos inversores internacionales, cuyo único interés en España estriba en ganar dinero, y no en que a la nación le vaya bien o mal, secundarán al mandatario populista en todo aquello que se le ocurra, bueno o malo. El referido periódico apoyará al presidente radical en lo que haga falta. Aunque se vulnere la lógica. Aunque el tipo haga lo contrario de lo que él mismo decía el día anterior. Hay que ponerse a su servicio sin condiciones, pues a cambio será posible cerrar boyantes operaciones fuera del marchito mundo editorial, que todavía es un negocio de gran influencia, pero ya no de hacer dinero.

Y ahora vamos con otra historia. En 2020, Sánchez aprovechó la pandemia para colarse en nuestros hogares a todas horas con unos inacabables y plúmbeos ‘Aló Presidente’ (todavía recuerdo a mi familia largándose pitando de la sala cada vez que el tío asomaba en la tele, mientras yo tenía que tragármelo por imperativo profesional). Tal vez espoleado por esa experiencia televisiva, y sabedor de que los españoles se pasan todavía más de tres horas al día ante la tele, Sánchez tuvo en 2022 un delirio de culto al líder y no se le ocurrió nada mejor que grabar durante todo el año un reality, como si fuese Georgina, o las Kardashian.

La iniciativa resulta, una vez más, lamentable. Pues utilizó las instalaciones del Estado, e incluso a su personal, al servicio de una burda operación de propaganda. Titularon el documental Las cuatro estaciones (el maravilloso Vivaldi debe estar revolviéndose en el paraíso de los músicos). Sin embargo, ocurrió algo con los que Mi Persona y sus asesores no contaban: nadie quiso emitirlo. Lo ofrecieron de puerta en puerta, pero a pesar de la presión desde el poder todas las cadenas y plataformas lo rechazaron, tal vez sabedores de que Sánchez es un personaje tóxico para la mayoría de la población.

Ahora el Gran Timonel monclovita, cuya lucecita del despacho nunca se apaga mientras vela por nuestro buen futuro «progresista», está sufriendo por las tropelías de su mujer, su hermano, su Ábalos y su fiscal (amén de maniatado por sus insaciables aliados separatistas). Así que el periódico que tiene a su servicio, El País, está obligado a echar un capote. Además de publicar editoriales psicodélicos defendiendo que un golfo como García Ortiz siga en su cargo, han decidido emitir el documental que nadie quiere. La idea es que el público se mostrará más indulgente con Sánchez tras verlo en su intimidad, mostrando una afabilidad impostada y partiéndose el espinazo para construir nuestro paraíso colectivista. Pero la oda audiovisual podría estar incompleta. Así que con el mero afán de echar una mano en este encantador proyecto paso a apuntar sucintamente algunas escenas que se han quedado fuera y que podrían añadirse en una futura Edición Premium:

–La visita a la Moncloa del rector de la Complu, donde Mi Persona le sugiere amablemente que enchufe a la catedrática extraordinaria.

–Las milagrosas charlas con Barrabés, que tras la carta de recomendación de Bego lo llevaron de facturar unos eurillos con el Gobierno anterior a su sumar más de 15 millones en contratos con el Ejecutivo de nuestro Peter.

–La gloriosa escena del cese fulminante de Ábalos en julio de 2021, donde el Líder Supremo le dijo aquello de «José Luis, no pongas en riesgo mi reputación» (ergo ya conocía perfectamente la trama de mangancia, pero calló e incluso le permitió seguir yendo en las listas del PSOE al Congreso).

–Las escenas constantes de berrinches en las que Mi Persona aparca la sonrisa impostada que gasta en público y deja que fluya su pronto colérico con sus colaboradores.

–Las visitas y estancias en la Moncloa del músico errante, el maestro Azagra, finalmente colocado con un dedazo en Badajoz para que no haga nada y finja ser residente fiscal en Portugal (abriéndole un inesperado boquete al Gran Timonel Progresista).

–Las llamadas al fiscal general y a Pumpido, y sus caninas respuestas de aquiescencia ante las imperiosas consignas del Querido Líder.

Esperemos que en una segunda temporada incluyan todo este material omitido. Entonces tal vez le eche un ojo a 'Soy Georgina'. Uy, perdonen el lapsus, quería decir a ‘Moncloa, las cuatro estaciones’, título un tanto prudente, personalmente me gustaba más aquello de «Presi, ¡eres un icono!».